Paz,
Tolerancia y Verdad
3
– La Emperatriz
Ya era hora, Hombre, hijo
mío, de que te presentase a tu santa madre. Gaia, la Naturaleza que gobierna
sobre toda la creación y que no es otra cosa que lo que sale de su seno. Ella,
la Emperatriz es el crisol, el cáliz, donde las acuosas ideas del Mago toman
forma gracias al calor del fuego espiritual de la Sacerdotisa, la Papisa.
Ella es la punta móvil del
compás que dibuja, con su mina, el círculo del Universo. Un universo
aparentemente inabarcable pero finito. Ella gobierna sobre todo lo que existe y
vive dentro del círculo. Es la madre cariñosa que mima a sus hijos; pero
también es la madre feroz que los reabsorbe, en su seno, para ser reciclados en
nuevas formas de vida material.
Hijo mío, mientras ocupes
tu cuerpo mortal jamás podrás separarte se tu santa e inmaculada madre. Ella
está en las constelaciones. Ella es el vacío "Éter" estelar y el
fuego de las estrellas. Ella gobierna sobre las aguas de los cometas y alimenta
a las criaturas marinas aéreas o terrestres. Aunque su fondo y origen es amoroso,
no destructivo para la materia, como el de la Papisa; no obstante su amor se
encuentra muy por encima de nuestra consciencia del bien y del mal.
Igual que nosotros, sin
querer, podemos ocasionar, sin percatarnos, una terrible catástrofe en un
hormiguero cuando caminamos, así tu madre, hijo mío, puede destruir
civilizaciones enteras, ocasionar extinciones cíclicas masivas y modificar
parcelas enteras del cosmos.
Pero las ideas, los
espíritus de la creación, siempre permanecen aunque cambien sus cuerpos.
Amorosamente, ella siempre dispuesta, proporcionará la materia necesaria para
retomar la corporeidad perdida debido a cualquier causa o accidente ocasionado.
A ti hijo mío, como Ser en
parte material y por lo tanto mortal, te parece todo ruin, trágico y bestial;
pero si observases el cosmos desde la perspectiva de la Emperatriz, tu madre,
comprenderás que nada es tan trágico y dramático. Solo son ciclos de los
círculos de la punta del compás. En la Naturaleza, lugar de gobierno de la
Emperatriz, ella misma, todo es cambiante. Nada permanece estático, ni tan
siquiera la más diminuta partícula de polvo estelar.
Esos movimientos,
naturales, cuando son de tamaño diminuto a ti te parecen inocuos aunque a
criaturas ínfimas de tamaño les produzca catástrofes inenarrables. Así sucede
con vosotros los humanos en vuestra relación con vuestra santa e inmaculada
madre. Ella extiende sus brazos y los cúmulos estelares tiemblan. Se mece el
pelo y las galaxias chocan unas contra las otras. Estornuda y se crean nebulosas
estelares donde nacen las estrellas.
Todo sale del vientre de
la emperatriz. Todo se mueve dentro de la Naturaleza; pero nada material puede
salir del interior del círculo porque lo que hay o no hay fuera impediría la
manifestación de cualquier cuerpo visible y tangible. Solo las ideas
incorpóreas, los espíritus, pueden vivir fuera de la creación de la Emperatriz.
Gracias a tu madre, hijo
mío, podemos mantener esta conversación y puedo contemplar tu faz cuando los
interrogantes redibujan tu rostro. Aunque tú no puedas verme, ya me mostraré a
ti, si puedes escuchar mi voz como un susurro interior que te habla con la
fuerza de un padre hacia su hijo. Tiempo llegará en que sepas quien eres en
verdad e hijo de quien eres también. De momento confórmate con saber que la
Naturaleza es la madre de tu vehículo corporal y del aire que respiras. Del
agua que compone las células de tu cuerpo y de los minerales que conforman tus
huesos.
Tu espíritu es un
alienígena en este cosmos ideado dentro del Caos del Loco por la eterna mente
del Mago y recreado en la Emperatriz gracias al, fuego, Espíritu de la
Sacerdotisa.
Concepto
Rosacruz de la Consciencia
La consciencia es el
principal atributo humano que parece diferenciarlo del resto de los animales.
Independientemente de que dicha acertación fuese verdadera o falsa, lo cierto
es que se encuentra condicionada por el entorno experiencial, tanto interno
como externo de la especie humana.
Nuestra consciencia está
limitada, por un lado, a las experiencias que llegan a nuestro cerebro desde
los sentidos periféricos: Vista, tacto, oído, olfato y gusto; pero también por
uno interior, al que se suele denominar, vulgarmente, como sexto sentido y que
no es otra cosa que el resultado del trasiego de la información desde los
nervios sensores, pasando por el sistema central de bus de información que es
la médula espinal, el cerebro reptiliano o cerebelo, hasta las neuronas
cerebrales y su intrincado sistema de procesamiento dentro de sus distintas
parcelas.
Cada célula tiene un
contenido genético, en el cual se encuentra también una memoria ancestral y que
se remontaría a las primeras partículas vitales, virus, células y otros
elementos conocidos o desconocidos por la ciencia actual. Toda la información
que pasa por las células nerviosas, en el proceso de transmisión, como bien
dice la física cuántica, es alterada,
levemente modificada, hasta llegar a los órganos de comprensión. Los sueños de
la máquina humana se producirían de un modo muy parecido al explicado aquí.
No obstante, a pesar de
todas las limitaciones expuestas; la consciencia humana posee una
característica, espiritual, que la hace dirigirse hasta planos que no tienen
nada que ver con la realidad sentida. Eso demostraría que el Hombre es algo más
que una máquina biológica desarrollada para subsistir y procrear en un mundo
determinado.
Por lo tanto, la
Consciencia tal y como la concebimos, estaría sujeta a un proceso de
ambivalencia, donde tirarían dos fuerzas de gran importancia, la biológica que
la ataría al plano de la realidad conocida y la espiritual que tendería, por
inercia, a despegar los pies del suelo y
elevar al ser humano a planos de existencia desconocidos para los sentidos y
sus órganos de interpretación.
Sería de esos planos,
donde la consciencia toma la información que luego es transformada en ideas
religiosas o de otro tipo. Metafísicas para ser más comprensible.
Llegados a este punto,
podríamos especular que en nosotros viven dos seres, uno que sería de este
mundo, el Cuerpo y su alma, cuyo objetivo sería la pura supervivencia, mediante
el alimento, defensa y reproducción, y otro que vive a sus expensas, el
espíritu, que intenta transformar a la Criatura humana en algo diferente al
resto de sus hermanos biológicos, los animales.
Al contrario que los
simples parásitos, el Espíritu, como un buen simbionte, habría tenido una
importancia vital en la conformación de lo que actualmente conocemos como
Consciencia, haciendo que nuestra especie, en muchas circunstancias, anteponga
lo espiritual y elevado, aunque desconocido, a la mera supervivencia biológica,
real y perfectamente conocida.
En L:.V:.X:. Luz, Verdad y
Amor; que las Rosas del Alma florezcan majestuosas sobre la Cruz de vuestro
Cuerpo material.
Aralba