"Taumaturgia Rosacruz 2"
"Si nos paramos a pensar, todos los maestros de la Tradición de Occidente, sus trabajos se encuentran plenamente vigentes y solo llama la atención sus discrepancias respecto de los avances de la Ciencia actual.
Hubo un día en que la Ciencia consideraba que el electrón era la partícula más diminuta e indivisible del Mundo Físico; pero la actual Física Cuántica nos demuestra día a día que aún nos encontramos muy lejos de descifrar la constitución básica del Cosmos.
Así, la Teoría de Cuerdas nos habla de superfinas cuerdas vibrantes, de solo dos dimensiones, que dependiendo de su vibración, podríamos decir sonido, del mal denominado vacío cuántico surgiría una u otra partícula subatómica.
Así el Campo de Cuerdas nos mostrará, dependiendo de la vibración de las cuerdas, unas u otras partícula; es decir, uno u otro objeto. Todo es vibración y dependiendo de esa vibración tendremos una u otra cosa en tanto que un conjunto de partículas subatómicas o ladrillos básicos de la Materia y, supuestamente, surgidos de la Nada; pero nosotros sabemos que surgen del Éter, la Esencia de la que está constituido el mismo Pleroma, Dios."
(Frater Aralba R+C, S.C de la FRA para España)
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El Maestro J. B. Kerning dice: "Dios es uno y un misterio religioso Tri-Uno. El hombre es múltiple en sus aspectos. Sólo Dios es único. El se manifiesta como unidad en la diversidad del cosmos. Esta representado en el cosmos por el electrón.
Existe por lo tanto para nosotros una dualidad: por un lado, el gran todo y por otro el pequeño electrón, como parte integrante del átomo. La teoría de los cuantos nos hace sospechar aún otras divisiones. Aquí cabe preguntarnos si en estas regiones tenemos ante nosotros la materia, o si nos encontramos ya en lo espiritual." Hasta ahora los electrones se nos presentan como las partículas más pequeñas de la energía eléctrica. Podemos preguntarnos: ¿qué es en sí la electricidad? Se nos contesta que un fluido, una energía que existe en la naturaleza. Pero esta respuesta no nos satisface. Lo único que sabemos hasta ahora es que los electrones son los portadores, los exponentes, de la energía eléctrica. Entonces nos preguntamos: ¿Qué es la materia? Y la contestación inmediata es que la materia es solamente ilusión de los sentidos, pues la llamada materia no es más que una vibración de los átomos e impulsos de los electrones.
Que el cosmos o el gran Todo sea de naturaleza electrónica, aunque se descubran nuevas divisiones, es un hecho que ningún hombre de ciencia puede negar. No hay más que una realidad. Y esa realidad es Dios. Dios omnipresente, sobre todo en nuestro interior.
Podríamos decir que nuestra tierra y el cosmos son otra realidad, que se manifiestan por las partículas de los electrones, y que como todavía no tiene un nombre, se le ha designado, por lo pronto, con el nombre de "ES". Este nombre de "ES" lo admitimos como la vibración propia de los electrones. Estos forman siempre parte de los átomos, los cuales son diferentes. Hay átomos que tienen dos electrones y otros que tienen cien. Yo sostengo que los átomos que forman parte del corazón deben tener en su intimidad un número máximo de electrones. Para mí, estos representan el puente entre lo material y lo espiritual.
Afirmamos que tenemos una vida interna y otra externa. La interna es la que nos preocupa aquí. Sabemos que los átomos forman moléculas, de ellas se han formado los cuerpos celestes, a éstos han seguido los sistemas estelares, la Vía Láctea formó la célula, y de ésta se produjeron los seres humanos. Estos seres humanos, es decir, nosotros, forman a su vez familias, estos grupos sociales, y éstos pueblos y estados.
El ser humano tiene una parte visible y otra invisible, denominada vida interna. Si admitimos que nuestro espíritu es una parte de Dios, entonces es verdad que el yo personal no es idéntico al Yo espiritual. Y si el espíritu es parte de Dios, tiene que serlo desde la eternidad. El yo humano es producto de la unión de la materia con el espíritu, al cual llamamos alma. Si tomamos una flauta, ésta no es música por sí sola. Lo mismo sucede con el hombre, no es solamente cuerpo, ni solamente espíritu, sino un instrumento por el que se manifiesta el espíritu divino.
Sostenemos por lo tanto el siguiente axioma: Tenemos una vida externa y además una vida interna, que es la causa y base de la anterior.
Suponiendo que existiera un hombre que supiera todas las cosas de memoria, que pudiera relatarnos textualmente todos los clásicos, por ejemplo, y que no tuviera vida interna, no valdría nada. La facultad de tratar enfermos no corresponde al hombre que tiene todos los preparados farmacéuticos registrados en su memoria, pues todos son productos materiales que pertenecen a la vida externa, sino al gran médico que sabe valerse de la vida interna con todas sus prerrogativas y poderes.
La ciencia cerebral no es la clave para las cosas espirituales. Gernold, en su obra titulada "La última Ley", dice que cada enigma no descubierto es una mancha en el escudo de la ciencia. Cada desgracia que sufre la humanidad puede considerarse finalmente como un fracaso de los hombres de ciencia.
La ciencia nos ha traído en los últimos siglos la civilización tecnológica, no la cultura, que es diferente, y ha tenido en las últimas guerras la confirmación de sus fracasos.
Merecen maldición eterna esos instrumentos letales para destruir al hombre que se emplean en las guerras. Las ciencias han abandonado la naturaleza y se han convertido en una abominación que da la espalda totalmente al plano espiritual. Nosotros queremos vivir en el verdadero camino. Dice Gernold que el reconocimiento final no está donde se encaminan los científicos sino de donde vienen.
No voy pues a dar en este curso recetas científicas sino algo que está muy por encima de ellas. Quiero enseñar aquí en pocas palabras el arte de curar, el verdadero arte de recuperar la salud perdida. Parece que el mundo es cada día más indigno, y para volver a llegar a una vida digna, tenemos que apelar a la Divinidad en su exponente o sea en la vida interna. Este "ES" que reside en nosotros.
Esto no se consigue mediante frases y oraciones dichas en voz alta, sino cumpliendo lo que dice la Biblia, llamando a Dios, acudiendo a El y llamándole por su nombre. Cuando Moisés preguntó al Todopoderoso con qué nombre debería llamarle, El le dijo: Por "Jehovah". Si nos fijamos bien en ese nombre en muchos idiomas se escribe con H y en otros no, pero en realidad el sonido final es A. Queda entonces "Jeoua" o "Ieoua", o sea las cinco vocales de todos los idiomas naturales. Es decir, que debemos llamar a Dios por medio de las cinco vocales. Estas cinco vocales combinadas con las diferentes consonantes producen millones de palabras. Hablar antecede al pensar y éste alcanza todas las cosas imaginables.
El concepto determina los indicios de la imaginación. Pensamientos simples son aquellos en los que los indicios y la imaginación son idénticos. Toda fuerza es movimiento y todo movimiento se realiza en el tiempo y en el espacio, siendo condicionado por la materia y la forma. Las fuerzas absolutamente simples son aquellas en que la materia y la forma son idénticas. Fijémonos bien: esas condiciones sencillas las llevan en sí las letras de todos los alfabetos. El escritor masónico Kerning nos dice: "No son las letras materiales las letras muertas, sino que todo se concentra en el valor espiritual de las mismas. Es un exponente divino, el espíritu que vive en las letras, sobre todo en las vocales, en las que reside un inmenso poder. Estas vocales son los exponentes de la Naturaleza, es lo primero que emplean los niños al balbucear. Una prueba de que son una manifestación del espíritu humano es que cuando una persona se pincha con un clavo exclama siempre con vocales. Es decir, que las vocales, todo el alfabeto, el verbo, el Logos, tienen algo primitivo y sagrado. Con ellas podemos comunicarnos con Dios. Los efectos son diferentes, pero siempre grandes y su efecto en la Iglesia Gnóstica es sobresaliente (I-A-0).
Dios, que dió el lenguaje al hombre, nos habla por las letras y por medio de ellas nos hablan los escritores. Pero Dios nos habla por medio de toda la naturaleza. Nos habla en la flor, en la piedra y sus cristales, en las fuentes, en las estrellas, en el firmamento, en el mar y en la tierra. Nos habla en el cambio de las estaciones del año, en el cambio del día y de la noche, en la sonrisa de un niño, en fin, está con nosotros en todo, en la intimidad del movimiento. Cada movimiento tiene su carácter específico. Las formas sencillas generalmente son de carácter y forma sencillos, pero de divina importancia, son las letras del alfabeto. Si queremos formarnos una idea de lo que es el alfabeto desde el punto de vista científico, abrimos la enciclopedia. Nos encontramos entonces con unos artículos lingüísticos sobre esta ciencia. Nos hacen ver con diseños cómo actúan los labios, los dientes, el paladar, la lengua, las fosas nasales, la glotis, las cuerdas vocales y la tráquea. Simbólicamente podemos imaginarnos que Dios es la deidad siempre omnipresente en el espacio. La palabra "Logos" es el poder con el cual se manifiesta. Y ese poder, esas fuerzas, reside en las letras y en el espíritu del alfabeto. El carácter de las letras es espiritual y se individualiza por la palabra. Todo lo que vemos es una especie de palabra de Dios, que se manifiesta en toda la naturaleza, en el rayo, en el trueno. Podemos simbolizar al Padre como la materia prima, o mejor dicho, como el elemento esencial o causa de la materia prima, y todas las fuerzas pueden representar, en su aplicación, al Hijo. Todo el movimiento reside en las letras, el espíritu es el carácter específico del movimiento. En las letras reside toda la vida interna, es la estabilidad de la Deidad.
Mientras todo lo demás cambia sus formas, sus componentes, las letras permanecen inmutables, no sufren cambios, salvo entre sí con las consonantes. En este mundo tenemos que aprender todas las cosas. Nuestra vida sobre la Tierra es solamente un aprendizaje. El deletrear no hace excepción. Así como el niño pronuncia las vocales inconscientemente al sorprendemos con sus primeras palabras, así también nosotros tenemos que comenzar a deletrear todos los actos de nuestra vida. Generalmente los niños comienzan a hablar con vocablos simples. Nosotros que tenemos que aprender mucho de los niños tenemos que empezar también a deletrear interiormente, pues en esta manera de deletrear reside una ley fundamental de la vida. Los cartujos, por ejemplo, se retiran en la soledad para guardar silencio. Nosotros no nos imponemos la obligación de guardar silencio, sino que con las letras, las vocales, actuamos sobre nuestra vida interior.
Conocemos ciertos ejercicios, experimentados desde hace siglos, que se hacen con las vocales, con el fin de desarrollar dichas fuerzas mágicas, que podemos transmitir a los enfermos para curarlos, muy a menudo cuando la ciencia médica secular ha fracasado. No quiero recordar con esto, que los enfermos no deben acudir al médico. Sería plausible que los médicos aplicasen además de sus sistemas materiales, los métodos sagrados de la Iglesia Gnóstica. Si el médico es un hombre de sentimientos religiosos actuará como un sacerdote, y aconsejará a los familiares que ayuden al enfermo por medio de la oración.
Este curso se complementa con mi libro, publicado por vez primera en 1930, "Logos, Mantram, Magia", por lo que aconsejo su lectura simultánea.
El camino hacia la vida interior requiere, para dar condiciones de Templo a la residencia de Dios, cuatro columnas: Verdad, Sabiduría, Belleza y Fuerza. Pero para desarrollar esos elementos es preciso la armonía. El cuerpo humano que un día salió armonioso de manos del Creador, se convierte por culpa nuestra en un conjunto desarmónico. Por lo tanto es nuestro deber restablecer y recuperar esa armonía que reside en la vida interior y que reacciona a la más leve llamada. Con toda seguridad, los átomos que forman parte de las células cerebrales son más armónicos que todos los que forman la constitución atómica de las plantas de los pies.
Todas las sociedades iniciáticas hacen esta indicación a los Neófitos. Para conducir prácticamente a la armonía debemos pensar intensamente en la I. Si estamos solos debemos pronunciarla y al mismo tiempo debemos trasladarla mentalmente desde el cerebro al corazón, y lentamente pasar a todo el organismo hasta los pies. Debe hacerse esto todos los días a una hora fija. Primero con la I, luego con la E, y a continuación con la O y la U, y por último con la A. De esta forma podemos hacer pasear por todo nuestro cuerpo el sacrosanto nombre de Dios, siguiendo siempre la misma ruta. Estos ejercicios deben combinarse con la meditación, a medida que se avanza en el desarrollo.
Ya en cursos anteriores he enseñado cómo se piensa plásticamente. Proyectando una figura cualquiera en la pared, por ejemplo un cubo, un triángulo, una cruz. Luego se escribirán las letras vocales, a continuación el alfabeto, seguidamente palabras y frases para transmitirlas a nuestros semejantes. Recomiendo pues a todos los discípulos estas prácticas, suplicándoles que informen sobre los progresos que hagan o sobre las dificultades que encuentren.
Quiero decirles finalmente que cada ser humano tiene su vocal y que todos los que hagan los ejercicios antes descritos descubrirán la vocal que les corresponde.
Extraído del Libro "Las Enseñanzas de la Antigua Fraternidad Rosacruz del Dr Krum Heller (Maestro Huiracocha)