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Misa Gnóstica
Ecclesia Gnostica Catholica Fraternitas Rosicruciana Antiqua Arnoldo Krumm-Heller: Misa Gnóstica
El Venerable Maestro A. Krumm-Heller, Arzobispo de la Iglesia Gnóstica Católica, nos dejó un documento de gran valor, la Misa Gnóstica.
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Sobre la mesa se pondrán las copas, el pan y el vino. Se encenderán siete luces o bujías de cera y, se verificará el ritual.
Después de esta sencilla preparación se procederá al siguiente ritual Gnostico.
MISA GNOSTICA
Dice el Sacerdote:
"Me acerco al Altar de Dios, que edifica la mente y enciende el esplendor de una eterna Juventud".
Sube éste las gradas acercándose al Altar y se vuelve nuevamente a los fieles, diciendo:
"¡Cristo sea con vosotros!"
Acólito: El ilumine tu espíritu.
(Vuelto el Sacerdote hacia el altar):
"Ven, oh Santa palabra."
"Ven, oh nombre sagrado de la fuerza, Cristo."
"Ven, energía sublime."
"Ven, oh misericordia divina."
"Ven, oh suprema deidad del altísimo."
(Se vuelve el Sacerdote y describe una cruz sobre la frente, otra sobre el pecho, y finalmente, un círculo de izquierda a derecha comenzando en el centro de la frente, siguiendo por el hombro izquierdo y región del corazón para volver por el hombro derecho a ser cerrado en el mismo lugar de comienzo).
Exclama:
"¡Cristo sea con vosotros!"
(Acólito): El ilumine tu espíritu.
(De cara al Altar):
"Ven tú, que descubres el velo del misterio."
"Ven, tú madre de los siete centros que descansas en la armonía de la octava."
"Ven, tú, que eras antes que fueran los cinco sentidos: ¡Espíritu, mente, sentimiento y razón! Deja que participemos de tu Santa Gracia, nosotros los nacidos más tarde."
"Ven, Santo Aliento, inmaculado soplo y purifica mis glándulas Internas donde el ritmo de mi vida existe."
"Ven, y encamina mi corazón desorientado para que los puros sentimientos míos broten de esa Santa fuente."
(Vuelto hacia los fieles)
"¡Cristo sea con vosotros!"
(Acólito): El ilumine tu espíritu.
(Sacerdote):
"¡Escuchad, Gran Deidad, Padre de todo lo creado, Luz divina! Tú, Redentor nuestro, perdona cuantos errores hemos cometido y los de aquellos que nos escuchan visible e invisiblemente para que podamos todos participar del reino de la justicia y de estar contigo en las inmensidades de la luz. Bendice y da poder a todos cuantos nos siguen, pues cumplen la ley."
"¡Escuchad, oh Ángeles!"
"Ayudadme, Padre de todo lo creado. Causa infinita de todo lo creado y dad vida a éste tu Pueblo."
"A cuantos nos siguen, asístelos y presta a todos el apoyo necesario en todas las ocasiones de la vida para que se hagan merecedores de tu Santa Gracia."
"Nosotros conocemos tu poder y yo te conjuro: ¡VEN, VEN VEN!"
"Perdona tú todos nuestros errores. Alivia todos nuestros males. Danos una señal aquí mismo en este sacrificio o en los días venideros."
(El Sacerdote avanza un paso y dice):
"Escucho vuestro testimonio."
(Viene una pausa durante la cual, en alta voz los beneficiados o curados relatan sus experiencias en frases sencillas; después de haber escuchado a todos, el Sacerdote se coloca otra vez en el altar y dice:)
"¡Alegraos! Nuestros errores están perdonados, el poder supremo está con nosotros."
(Todos responden): AMEN, AMEN, AMEN.
Esta plática se puede intercalar después de la prédica cuando hay fiesta mayor. Suplico a los Hermanos que reciben estos rituales, hagan todas las copias que puedan y las envíen a los demás Hermanos, advirtiéndoles del poder mágico que reside en ésto y que es la misma original y primera usada por los Gnósticos en la época de la existencia material de Jesús de Nazaret en la tierra.
EL SANTO SACRIFICIO
-El Sacerdote se retira al Altar de la derecha y lee los siguientes trozos de las Sagradas Escrituras:-
Y Jesús, el divino Gran Sacerdote Gnóstico entonó un dulce cántico en loor del GRAN NOMBRE y dijo a sus discípulos: Venid hacia mí. Y ellos así lo hicieron. Entonces se dirigió a los cuatro puntos cardinales, extendió su quieta mirada y pronunció el nombre profundamente sagrado de Iew, les bendijo y les sopló en los ojos.
Mirad hacia arriba, exclamó: Ya sois clarividentes. Ellos entonces, levantaron la mirada hacia donde Jesús les señaló y vieron una gran Cruz que ningún ser humano podría describir.
Y el Gran Sacerdote dijo: Apartad la vista de esa gran luz y mirad hacia el otro lado, y entonces vieron un gran fuego, agua, vino y sangre
(aquí la bendición del pan y el vino)
Y el Gran Sacerdote continuó: En verdad os digo que no he traído nada al mundo sino el fuego y el agua y el vino y la sangre de redención. He traído el fuego y el agua del lugar de la luz, del depósito de la luz, de allí donde, la luz se encuentra. Y he traído el vino y la sangre de la morada de Barbelos.
Después de pasado algún tiempo, el Padre me ha enviado el Espíritu Santo en forma de paloma blanca, pero oíd: El fuego, el agua y el vino son para la purificación y perdón de los pecados.
La sangre me fue dada sólo como SÍMBOLO DEL CUERPO HUMANO, el que recibió en la morada de Barbelos de la gran fuerza del Dios Universal.
El Espíritu Santo, como en mí, desciende a todos, y a todos ha de llevarlos al Supremo lugar de luz.
Por eso os he dicho que he venido a traer fuego a la tierra, que es lo mismo que descender para redimir los pecados del mundo mediante el fuego
Y por eso Jesús repitió: Sí supierais y conocieseis la gran dádiva de Dios. Si percibiéseis quién es el que os habla y os dice: Dadme de beber, me rogaríais que os diera de la fuente Eterna que es manantial de dulce ambrosia, y os convertiríais en esa misma fuente de Vida, y tomó el Cáliz, lo bendijo y se lo ofreció a todos, diciendo:
-El Sacerdote se dirige al Altar mayor, eleva el Cálix en la mano izquierda, y lo exhibe diciendo:-
Esta es la sangre de la alianza que se vertió por nosotros para redimirnos del pecado, y por eso se introdujo la lanza en mi costado para que de su herida brotara sangre y agua.
(Torna al lado derecho y lo pone en la mano derecha.)
Y el gran Sacerdote Jesús dijo a los suyos: Traedme fuego
y ramas de vid - así lo hicieron. Colocó entonces el sacrificio sobre el Altar y una fuente de vino a su lado.
Una a la derecha y otra a la izquierda. Una fuente de agua ante el vino.
(Pone el cáliz sobre la mesa y levantando la mano derecha, dice:)
Y puso pan según los que le escuchaban y el gran Sacerdote Jesús se mantuvo vestido con vestiduras blancas, al que imitaron los Apóstoles.
(Toma el cáliz y va al Altar mayor y dice vuelto al público:)
Y en vuestras manos os digo que está el número del nombre del Padre que es la fuente de luz.
(Todos de rodillas. El Sacerdote alza sus manos en actitud suplicante y exclama:)
Escuchad Gran Deidad, Padre de todo lo creado, Luz divina, ¡IAO!
IAO IAO IAO IAO.
(Todos responden): Amén.
(Sacerdote:)
¡El ilumine tu Espíritu!
(Regresa al Altar)
Ven, Santo querer, Divina energía Volitiva y transforma mi voluntad, haciéndola una con la tuya...
Ven, supremo poder y desciende sobre aquellos que conocen el misterio...
Ven, valor excelso y dame la templanza y fuerza que se requiere para penetrarla...
Ven, Santo silencio que hablas del poder y de la magnitud que él encierra y revélame lo oculto...
Ven, y descúbreme el Misterio...
Desciende, Santa Paloma de albo plumaje sobre nosotros, ¡tú eres la Madre de los Gemelos!
Acude, Madre mística que sólo te manifiestas en nuestras obras.
Acércate, Santa alegría de los cielos y posa sobre nuestras cabezas, tú llevas la hebra de oro que a todos nos enlaza.
Aliéntanos a los que participamos en este sacrificio de la Eucaristía, celebrando en esta santa remembranza tuya, para purificarnos y fortalecernos.
Ayúdanos a recibir la luz, tú que ahora nos has llamado
hacia los fieles.
¡Cristo sea con vosotros!
(Acólito): El ilumine tu Espíritu.
Todos de pie.
(El Sacerdote:)
Creo en la Unidad de Dios, en el Padre como Entidad impersonal, inefable e irrevelado, que nadie ha visto, pero cuya fuerza, potencia creatiz, ha sido y es plasmada en el ritmo perenne de la creación.
Yo creo en María, Maya, Isis o bajo el nombre que sea, en la fuerza física simbolizada en la Naturaleza cuya concepción y alumbramiento revela la fertilidad de la Naturaleza.
(Acólito):
Yo creo en el misterio del Bafomet y del Demiurgo - Espíritu entre Dios y la criatura.
Sacerdote:
Yo creo en la Santa Iglesia trascendida, superior, mantenida en las almas puras, en la Jerarquía Blanca representada por la Fraternidad Rosa-Cruz y, que tiene su exponente en la Santa Iglesia Gnóstica, dirigida por Patriarcas, Apóstoles, Obispos y Sacerdotes.
(Acólito):
Nuestra ley es luz, amor, vida, libertad y triunfo.
(Sacerdote)
Nuestro lema divisa es Telema.
Yo creo en la comunidad de las almas purificadas, así como el pan material se transforma en sustancia espiritual, creo en el Bautismo de la Sabiduría el cual realiza el milagro de hacernos humanos.
Yo conozco y reconozco la esencialidad de mi vida concebida como una totalidad sin fin cronológico que abarca la órbita fuera del tiempo y fuera del espacio.
Todos: Así sea.
-El Sacerdote va al público o al Altar lateral y predica los misterios Gnósticos.-
Después del sermón vuelve al Altar y pronuncia la oración a la cruz:
Llenos de júbilo y desbordantes de fe, venimos a ti, oh cruz, oh rosa santa, santa y divina.
Tú que das el bálsamo para toda llaga y alientas el fuego que enciende la vida. Tú, que das la vida, me ofreces tu cruz que yo reconozco como la mía propia.
Yo sé de tu misterio, del Sagrado Misterio que te
envuelve, pues fuiste donada al mundo para hacer Infinitas las cosas limitadas.
Tu cabeza se yergue majestuosa hasta tocar el cielo para que sea el símbolo del LOGOS divino.
Para que presida en tu estructura la intersección del madero atravesado que forma tus dos brazos, como dos manos ingentes, que se extienden para ahuyentar las fuerzas siniestras, los poderes inferiores. Para unir en una Iglesia de santa fraternidad todos los seres humanos de puro y noble corazón.
Tu pie, como una lanza, está clavado en la tierra para que puedas redimir, para que ayudes en tu impulso volitivo a todas las entidades que moran bajo el suelo, en las Regiones Inferiores del mundo, y que a través de múltiples encarnaciones pueden llegar a la divinidad para estar reunidas eternamente a ti.
Oh tú, cruz de los maravillosos destinos, puesta por el Altísimo en la multiplicidad del Universo para que seas la redención del género humano.
Oh tú, belleza Inmaculada, que eres trofeo de la victoria del Cristo. Que eres imán de vida. Que ofreces la vida con tu árbol santo. Que extiendes tus raíces como dedos gigantescos por la hondura del suelo para donar tu fruto en los cielos infinitos.
Oh tú, Cruz venerada, que eres la Santa Dádiva del dulce
nombre, como vid que florece en el jardín de Señor.
Oh tú, Luz rosa divina en la Cruz, que das tu fuerza y tu sagrado poder a los que han merecido en la dura batalla y les conduces por la mística escala que está tendida desde la tierra al cielo, de la materia al Espíritu.
¡Oh, Cruz santa y bendita! En tí está latente la redención y bajo tu potestad y luz excelsa nos cobijamos todos para hacerte la oferta de este santo sacrificio de la unión eucarística.
Después de esta oración debe hacer un instante de meditación, mientras el Sacerdote, Diácono y fieles están de rodillas. Pasado este instante, los que hayan de participar en la Eucaristía. Se congregan alrededor del Altar, y el Sacerdote, ya de pie, ofrece primero la hostia o el pan, diciendo:
"ESTE ES MI CUERPO, RECÍBELO PARA TU REDENCION."
Esta frase se repite por el Sacerdote cada vez que haya de introducir el pan o las hostias en la boca de los asistentes.
Terminado este acto, toma el cáliz en el que está depositado jugo de uva o vino sin alcohol y lo ofrece a cada uno de los participantes, diciendo:
"ESTA ES MI SANGRE. RECÍBELA QUE HA SIDO DERRAMADA PARA REDIMIR AL MUNDO."
Esta frase se repite cada vez al dar de beber.
Después de haber pasado a todos primero el pan y de inmediato el vino, vuelve el Sacerdote con cada uno, y poniendo la mano sobre la cabeza, dice:
¡Que la paz sea contigo para que participes de la luz!
Entonces, después de concluir con todos y estando aún todos de rodillas, el Sacerdote levanta las manos en actitud de bendecir, y dice:
Recibid el signo de la Santa Cruz sobre vuestro cuello y sobre vuestros labios para que seáis herederos de la luz.
Todos levantan la mano derecha y el Sacerdote entona el mantra:
IAO IAO IAO.
Entonces el Sacerdote cruza sus manos sobre el pecho y todos los congregados cantan el Tedeum laudamus:
¡Santo, Santo, Santo, Señor de SABAOT!
Finalmente, da el Sacerdote la bendición Aarónica.
Esta es la forma sencilla, tomada de las obras fundamentales
de la religión primitiva, y es de por sí una poderosa acción de Magia Ceremonial que trae salud y bienestar sobre los asistentes.
Puede el Sacerdote hacer formar, al final, la cadena fraternal de los hermanos.
Sâr Mar Tau Camael FR+C S.I.L.I.