viernes, 13 de marzo de 2015

Lección 56 (El Juicio Final/ Concepto Rosacruz de los Arcontes devoradores de Luz)



Paz, Tolerancia y Verdad


20 (2+0=2) El Juicio Final

Siempre se ha entendido que un juicio conlleva premio o castigo; pero eso solo sucedía en el Mundo extinguido de los Efectos. En el Mundo de los Dioses Eternos solo se trata de un informe de las vivencias experimentadas. Todo lo que pudiera ser considerado malvado, grosero y que no podría traspasar el umbral ha quedado transmutado en la Luz que siempre fue en esencia. No existen cielos, donde la contemplación eterna a un dios absoluto es el único fin, ni infiernos, en cuyo seno, se castiga a los ignorantes que han realizado el Mal.

Todo aquello que no tuvo vida propia en aquel sombrío Mundo, ha pasado a formar parte de la corporeidad de los Dioses, pues de ellos salieron y así también regresaron, con posterioridad, a su seno. Las Criaturas, Espíritus, que sí tenían vida propia recobraron su consciencia y al instante se pusieron a transmitir sus experiencias en el inframundo de la Crisálida abandonada.

Los Hombres del Mundo Original, conocidos antaño, como Dios, pertenecen al que se creyera, de forma incorrecta, como el Mundo caótico del Loco. Los habitantes de ese Plano son los hermanos naturales del Mago que provocara la creación del Teatro Cósmico y cuya historia atemporal permanece inscrita en los anales de este sublime libro de arcanos, Arquetipos de Luz Bel. Ellos dan la bienvenida al nuevo Ser, antiguo él; pero remozado en sus experiencias. Las Trompetas son el instrumento que usan para dar la Señal de que Shambala ya no es necesario y que Horus, con Isis y Osiris en su seno, ya ha penetrado en su añorada Casa.

La Esencia limpia y majestuosa, tanto del Emperador como de la Emperatriz y del Héroe Enamorado viene con él, con el fin de enriquecer la rutinaria eternidad de los Hombres Verdaderos. Su Genética más profunda está siendo enjuiciada, inspeccionada. Ya, los indefinidos y múltiples informes han sido dados por buenos y con una terrorífica explosión, el nuevo Eón regresa a su hogar. Esa explosión son las trompetas de bienvenida del Juicio Final. Atrás nada queda, pues cuando todo comenzó nada había y lo que hubo después ya regresó, como no podía ser de otro modo.

Todo ha sido reducido a una divina memoria. El Eón como si de un inmenso y cósmico vehículo interestelar se tratara, se va disolviendo para dar paso a todos sus moradores. Aquellos Eones que en un tiempo indefinido dieran luz y energía a las criaturas que formaron la cósmica Obra de Teatro. Todos ellos salen jubilosos, en forma humana, etérea y luminosa. Sus hermanos les reciben con los brazos abiertos con sus inmaculados ojos cargados de lágrimas de alegría.

Como en un Nirvana, ahora todos son uno. Siempre lo fueron hasta que al Supremo Ilusionista le diera por sorprender a sus hermanos del alma. En el Mundo Original apenas han notado el paso del tiempo; pero Adam Kadmón, tras su paso por el Infierno de la Materia, ha regresado bien cambiado. Sus hermanos escuchan sus batallas. Batallas que ellos observaron desde la Seguridad de su Hogar; pero solo ahora pueden entender con meridiana claridad, cuales fueron los sentimientos de su Hermano plural.

Los Juicios del Hombre Original no son como los de la extinta humanidad. Aquellos no eran justos ni conocían la equidad. La Justicia jamás debería de haber sido ciega y pesar en una balanza. Si se pesan las almas hay que estar bien despierto  para no caer en la injusticia. Aquí no sucede esto, ni podría suceder jamás ya que hasta los pensamientos más recónditos son conocidos por todos los Humanos. Ellos saben, a ciencia cierta, que el Mal es imposible que pudiera tener cabida en el corazón de Dios.

Ya todo ha terminado, comprendo; pero no. Se me ha quitado la venda de los ojos y ahora entiendo que lo que pretendía que fuera el final, solo se trata de un nuevo principio; pero un Principio donde saldrán renacidos nuevos Cielos y nueva Tierras; porque tanto gozo, los espectadores han sentido que ahora recrearán, en su Mundo, sin cometer errores, el Gran Escenario que Adam Kadmón les ha mostrado; pero eso Amigos, será la última Historia.

Concepto Rosacruz de los Arcontes devoradores de Luz

Cuando los Eones crearon, de su propio cuerpo, el Multiverso, solo pudieron llevar consigo una memoria grabada en forma génica y que sería utilizada, en primer lugar, para crear a los Legisladores, Arcontes, en quienes recaería la responsabilidad de construir mundos donde la Vida primero y la Consciencia después fuesen capaces de prosperar.

De algún modo, se podría decir que los Arcontes son la materialización de los designios originales de Adam Kadmón. Pero los Arcontes no son otra cosa que androides artificiales que manejan programas automáticos debidamente programados, con anterioridad, por los Eones, sus diseñadores.

En el transcurso de los primeros instantes de la formación del Multiverso, la materia que formaba la memoria génica de los Eones, los Arcontes, fueron agrupándose en torno a pequeños núcleos ígneos que habían surgido de las estrellas más grandes, como los grumos periféricos del cacao sobre la leche cuando esta se mueve en su recipiente con una cucharilla.

Los Arcontes, de este modo, se alimentaban del calor y de la luz que les proporcionaban sus anfitriones, tanto internos, el núcleo ígneo, como externos, los Eones sobre los que, los ahora planetas orbitaban.

En el transcurso de millones de años, según estaba programado, sobre la materia oscura y aparentemente sin vida de los arcontes empezaron a surgir las formas vitales que terminarían evolucionando hasta el Tipo humanoide, donde por fin los propios Eones prisioneros de su Eterno sueño pudieran tomar consciencia y evaluar la anómala situación en que se encontraba su diseño original.

Con el transcurso del Tiempo, esos androides, llamémoslos así, por inducción de las criaturas que ellos mismos estaban creando y alimentando, tomaron una especie de consciencia artificial, no propia ni auténtica; pero que les hizo ver que desde su origen estaban condenados a servir a la Vida e Inteligencia de otros Seres y que fueran los que a ellos mismos les habían formado.

Entonces decidieron que la única manera de sobrevivir era mantener dormidos a los grandes Titanes luminosos; pero para ello y dado que la Vida y la Inteligencia, en el Multiverso, era inevitable tenían que engañar a las Criaturas que ellos mismos alimentaban.

Mientras el Caos actual perviva, lleno de matanzas, luchas intestinas, crueldad, hambre y demás cosas que tomamos como naturales, más tiempo permaneceremos dormidas las criaturas que portamos el espíritu de los Eones y por lo tanto también ellos permanecerán autistas de lo que sucede en su entorno y propiciado por aquellas formas que fueran creadas para materializar sus propios designios.

Mientras más vorágine, ruido, producimos las Criaturas humanoides, más luz nos es arrebatada y más fuertes se vuelven los legisladores; pero por el contrario más nos debilitamos nosotros mismos, volviéndonos incapaces de recordar cual es nuestro primitivo origen.

Solo bajo estado de meditación y silencio mental absoluto, las criaturas divinas podemos ser capaces de sentir la voz interna de nuestro espíritu, herencia Génica de nuestro propio Eón, al cual pertenecemos y del cual formamos una parte importante y sustancial.

Solo entonces los Arcontes podrán ser desactivados, ya que al retomar nuestra propia Consciencia de la Verdad, ellos terminarán disgregándose pues se habrá llegado al término de su ciclo vital y se auto desconectaran como está programado desde el principio de los tiempos.

Los Arcontes no son ni buenos ni malos; pero su instinto de supervivencia está impidiendo que el Destino Final se precipite sobre este Multiverso y se pueda retornar al Pleroma, pues sus Dioses aún permanecen inmersos en un profundo sueño de eternidad insoslayable. Solo pido una cosa, que seamos capaces de darnos cuenta y despertarlos y ello solo se dará cuando nosotros mismos despertemos a la Verdad.

En L:.V:.X:. Luz, Verdad y Amor; que las Rosas del Alma florezcan majestuosas sobre la Cruz de vuestro Cuerpo material.


Aralba