martes, 20 de enero de 2015

Lección 35 (Cristianismo: Historicismo / Espiritualismo)


Paz, Tolerancia y Verdad

No, no os preocupéis. No voy a fatigar a mis sufridos lectores con algún tipo de relación histórica acerca de las andanzas del Personaje conocido como Jesús de Nazaret y en cuya supuesta biografía está basado el Cristianismo. Existe mucha controversia, en el ámbito histórico, sobre si Jesús existió realmente o no; pero yo, como vosotros nos preguntamos ¿En realidad eso tiene alguna importancia? Yo, de corazón, os digo que no la tiene e intentaré explicaros porqué estoy seguro de que es así.

Para la práctica totalidad de las religiones cristianas la existencia histórica de Jesús es una necesidad ineludible y si se demostrase que el tal personaje no existió, con total seguridad, vendría una depresión tal en la Cristiandad, como nunca hubo antes; pero el verdadero cristianismo es mucho más que una mera religión fundamentada en la existencia de un Ser Humano.

De hecho, para la Gnosis; es decir, el Cristianismo Rosacruz, Jesucristo es una de las últimas manifestaciones de la Sabiduría Universal y que con anterioridad se manifestara mediante otros personajes, si históricos o no es irrelevante, como Zoroastro, Buda o el mismo Krishna.

El verdadero cristianismo gnóstico es atemporal y lleva con nosotros desde siempre, desde que el Ser Humano pisa sobre la Tierra, manifestándose con renovada fuerza, cada cierto tiempo mediante mitos, leyendas y por qué no, alguna manifestación histórica de profetas, grandes iniciados y verdaderos iluminados que han bebido de la Tradición Arcana y, lo más importante, del propio Conocimiento interior que todos y cada uno de nosotros, como Hijos de Dios, llevamos en lo más profundo de nuestro interior.

Jesús era Hijo de Dios, una parte de Dios y por lo tanto Dios como todos y cada uno de nosotros, salvo que no queramos serlo o seamos inconscientes de nuestra alta nobleza. Esa es la diferencia, el auto reconocimiento de esa calidad y cualidad celeste. Y esa es la verdadera Fe, la creencia en Jesús no significa que nos creamos, a pies juntillas, la existencia de una persona denominada Jesús y que era el Dios encarnado; sino la existencia mítica del Personaje Jesús, como representación de la humanidad, que encarna en sí a la divinidad. Si somos capaces de tener Fe en que Dios está en todo y por lo tanto también en nosotros, habremos hallado la Gnosis eterna dentro de nuestro interior y nos habremos convertido, por derecho propio, en hijos de Dios.

El nombre de Jesús significa El Salvador y todos lo llevamos en nuestro interior como una chispa divina latente; pero aún sin consciencia y es por ellos que se dice ciertamente que solo Jesús es el mediador entre Dios y los hombres. Jesús como Alma inmortal del Ser Humano es el mediador entre la inmortal Divinidad, el eón Sophía y el Pleroma, y el cuerpo material corrupto, degradable y reciclable del Ser Humano. Cuando oremos hagámoslo hacia adentro, en el silencio y con nuestro interior, se nos dice en el Evangelio, porque es el único modo de que podamos hablar con el Jesús que cada uno de nosotros llevamos en nuestro interior.

Este Jesús, del que hablamos, es solo Jesús no es aún Jesucristo; dado que aún no se ha provocado la metamorfosis, cristificación o transfiguración que mencionan los rosacruces. Jesús, El Salvador, es Dios latente en nosotros; pero que debe ser despertado para que se produzca todo el proceso de Iniciación, Iluminación y Liberación. Esas tres cosas conforman un único proceso transformador y cuyo resultado final es la conversión del Hombre y su Salvador Jesús, en una única Unidad Divina conocida como Jesús-Cristo (El Mesías Salvador, el Salvador Enviado o el Salvador Ungido). 

En suma, no se trata de otra cosa que la toma consciente de la realidad y que vivimos en un mundo ilusorio, fantasmal; pero que somos mucho, muchísimo más, de lo que creemos o nos han enseñado de nosotros mismos: Inútiles y pobres bestias con la mutación de la inteligencia y que necesitan ser rescatados, porque, en realidad somos como todo lo existente, diría Francisco de Asís, diminutos células imprescindibles del Creador último, de la Totalidad del Ser o Principio Cósmico Universal.

Por lo tanto no solo es importante la Fe en nosotros mismos, La Fe Mueve Montañas, sino que es imprescindible ese conocimiento divino, la Gnosis, que nos llega del Pleroma, mediante el llanto de nuestra Madre Divina Sophía, para que su clamor toque al durmiente Jesús de nuestro interior y lo despierte para comenzar el proceso de Cristificación: Iniciación, Iluminación y Transfiguración o Liberación del mundo de la Ilusión en el que venía viviendo.

Este proceso triple puede ser instantáneo; pero generalmente se trata de un proceso gradual en el que, en primer lugar, tomamos contacto con el conocimiento de la verdadera Realidad “Iniciación” y tras el despertar del Salvador se nos abre el Ojo de la Intuición “Iluminación” que tras tomar, Jesús, el control de nuestras vidas nos lleva a una transformación completa y radical donde lo corrupto desaparece para que ocupe su lugar lo eterno e inmortal, El Cristo o Dios hecho Hombre “Transfiguración”.

En lecciones posteriores nos introduciremos con mayor profundidad en estos asuntos; pero de momento queremos que quede claro la importancia que tienen el concepto de Jesús y de Cristo en nuestras vidas; pero no solo el concepto sino la realidad como hecho no histórico sino verdaderamente fisiológico que se produce o debe de producirse en cada uno de nosotros, porque el Portal de Belén es nuestro cuerpo, en su totalidad, y donde deberá producirse el nacimiento, José representa a nuestra Cabeza, sede de nuestro ego o personalidad activa, y quien debe dar el consentimiento, deberá rendirse al hecho, para que el acontecimiento tenga lugar, María es el receptáculo o cáliz pasivo que dará lugar al milagro del nacimiento del Salvador "su despertar" y no representa a otra cosa que al Corazón "Corazón de María" de donde saldrá al humilde pesebre de la Ilusión. El pesebre donde deberá tomar su primer hálito de vida, en éste mundo, el salvador; pero esto solo es posible si María, el Corazón, ha sido tocada con la frecuencia vibratoria o metanoia originaria del Pleroma "los famosos neutrinos de los que venimos hablando" y que son representados por el Arcángel Gabriel, el Mensajero de Dios.

Si entendemos lo importante de la alegoría que representa la leyenda, mito o historia del cristianismo, ya no nos importará más el que nos vengan diciendo que el Personaje de Jesús no está demostrado que existiese alguna vez salvo por los evangelios canónicos elaborados unos siglos después o por el testimonio interesado del historiador Flavio Josefo; dado que el solo hecho místico que representa y que contiene plenamente vivo, en su interior, es eterno y universal. 

Porque ahora, habiendo sido iniciados a la Verdad, conocemos que la Cristiandad es algo nuestro, interior y que procederá a iniciar un proceso irreversible que nos convertirá en seres despiertos, libres y de luz. De hecho en algo que nunca dejamos de ser aunque en algún instante se olvidó: Hijos de Dios.

Una pequeñísima aclaración, porque tras lo expuesto aquí muchos interpretarán que existen tantos Jesús como personas existan, hayan existido o existirán. No, por favor, no quiero decir eso. Jesús solo es uno como Dios solo es uno, aunque se manifieste en todos y cada uno de nosotros mediante su nacimiento dentro de nuestro Corazón y esto último cada cual puede tomarlo como quiera, en sentido alegórico o plenamente fisiológico.

En L:.V:.X:. Luz, Verdad y Amor; que las Rosas del Alma florezcan majestuosas sobre la Cruz de vuestro Cuerpo material.

Aralba