jueves, 21 de mayo de 2015

Lección 66, Grado Segundo, Orden Primera (Influencia de los manifiestos de la R+ en la Masonería Especulativa I)


Herencia R+ de la M:.

Paz, Tolerancia y Verdad

Este Trabajo es el comentario de un extracto del Libro Iluminismo Rosacruz de Frances Amelia Yates.


Queridos amigos y amigas, para nosotros es muy importante traer hasta este estrado las investigaciones y conclusiones provisionales de Frances A. Yates pues ratifican, punto por punto nuestra paralela investigación personal, exenta del rigor histórico que requiere cualquier incursión al pasado. 

Más adelante  argumentaremos como la Tradición Occidental ha llegado hasta nosotros por medio de dos vías que se van entrecruzando y realimentándose, entre sí, de forma histórica, la propia Masonería especulativa, surgida de los gremios de carpinteros y albañiles y de la Teosofía de Cornelio Agripa y Eliphas Levi renovada por Blavasky y que nos hace remontar, su sabiduría, a las civilizaciones que hasta época reciente se consideraban perdidas; pero continuemos con el esclarecedor trabajo de nuestra querida Autora Británica.

Las investigaciones históricas sobre el problema de la relación entre los rosacruces y la masonería –dice Yates- comenzaron en Alemania en el siglo XVIII, y su principal resultado, especialmente como se expone en una obra de J.G. Buhle, editada en 1804, fue publicado en inglés en un ensayo de Thomas de Quincey que apareció en 1824. 

Los investigadores alemanes, a pesar de estar separados del pasado por la guerra de los Treinta Años, que tantos documentos destruyó, sin embargo se encontraban en la época de Buhle más cerca del pasado que nosotros, y por ello vale la pena echar un vistazo a sus teorías, tal como nos fueron transmitidas por De Quincey, porque representan un primer intento de resolver este problema. De Quincey resume como sigue el razonamiento del libro de Buhle:

“En una broma hecha por un joven extraordinario talento a principios del siglo XVII, aunque con un propósito más elevado que el de la mayoría de las bromas, el lector encontrará que todos los misterios de la francmasonería, como existe actualmente en todo el mundo después de que han pasado más de dos siglos, están aquí (es decir, en el libro de Buhle) claramente trazados; tal es el poder de una aspiración grandiosa y capaz de benevolencia filosófica de conservar hasta las frivolidades más ociosas, como el ámbar envuelve pedazos de paja e insectos.”

En los primeros siglos del cristianismo, la verdadera enseñanza de Jesús fue desviada hacia el Dogmatismo de la Religión Oficial de la época; pero eso no quita para que la verdad subsistiera en muchas de las denominadas herejías que al parecer habrían venido de las iglesias gnóstico-herméticas de Alejandría. Dado que el desvelar la pertenencia a dichas organizaciones solo podía suponer la tortura y la muerte es lógico deducir que dichas enseñanzas se mantuvieran al margen de ojos ajenos y que podrían poner en grave peligro a creyentes y practicantes de las denominadas como herejías o hechicerías. 

En la época de la Fama aún permanecía activa la Inquisición y es lógico suponer que su principal Autor quisiera mantenerse al margen de su supuesta autoría de cara a la galería. Por otro lado, las mismas iglesias protestantes no eran menos estrictas en su fanatismo contra todo aquello que se confrontara con lo expuesto en las sagradas escrituras.

El Joven de tan extraordinario talento –explica Frances A. Yates como no podía ser de otro modo.- es Andreae, considerado por Buhle el verdadero autor de los manifiestos rosacruces; la broma es su relato de la fraternidad R.C., que para Buhle es el origen de la masonería. En la última fase, De Quincey hace una parodia del estilo de Bule.

De Quincey, quien embellece y transforma los argumentos que recibe de sus fuentes alemanas, sostiene que no hay ningún documento histórico que demuestre que en Alemania haya sido establecido algún colegio o logia de hermanos rosacruces. Pero está convencido de que cuando las doctrinas rosacruces llegaron a Inglaterra dieron origen a la masonería. Afirma solemnemente su convicción de que la masonería no es otra cosa que las doctrinas rosacruces tal como fueron modificadas por quienes las trasplantaron a Inglaterra, desde donde se las volvió a exportar a otros países de Europa. 

Según De Quincey, la principal responsabilidad de haber trasplantado a Inglaterra las doctrinas rosacruces, dándoles otro nombre, fue Robert Fludd. Las creencias y ritos masónicos relativos a la interpretación mística de la construcción del Templo de Jerusalén pueden percibirse ya en los escritos rosacruces, piensa De Quincey, aunque cuando estas doctrinas fueron llevadas a Inglaterra la masonería las agregó a las tradiciones de los gremios de albañiles. Por consiguiente, con la mayor seguridad concluye que:

“… Los primeros masones fueron una sociedad surgida de la manía rosacruz seguramente en el curso de los trece años que van de 1633 a 1646 y probablemente entre 1633 y 1640.”

Esta Teoría podría no ser enteramente correcta –continúa Yates-, pero el modo en que da por sentado un movimiento o contacto entre Inglaterra y Alemania, por medio del cual se hacían trasplantes de un país a otro, es interesante en vista de lo que ahora sabemos sobre las corrientes de pensamiento que se movían de Inglaterra a Alemania, y viceversa, a principios del siglo XVII.

Se menciona en otras partes del Libro Iluminismo Rosacruz como en aquella época hubo un permanente trasvase de información tanto del continente europeo a las Islas británicas como a la inversa y que Jhon Dee el Sabio Mago que asesorara a Isabel I, la Reina Virgen, habría permanecido, durante una época, en el reinado de Bohemia.

El origen de la masonería es uno de los temas más discutidos y discutibles de todo el campo de la investigación histórica -continúa Yates-. Hay que distinguir la historia legendaria de la masonería del problema de cuando surgió verdaderamente como institución organizada. Según las leyendas masónicas, la francmasonería es tan antigua como la misma arquitectura, pues su origen se remonta a Salomón cuando construyó el Templo y a los gremios medievales de los albañiles que levantaron las catedrales. 

En un momento dado, la albañilería práctica y operativa, o sea, el oficio real del constructor se convirtió en una albañilería especulativa, es decir, en la interpretación moral y mística de la construcción, y de ello surgió una sociedad secreta con ritos y enseñanzas esotéricos. Pero se ignora cuando sucedió esto con precisión histórica y cuando nacieron la estructura y la organización masónicas tal y como las conocemos en la actualidad.

Entre los escasísimos datos que se conocen acerca de los primeros tiempos de la masonería se halla la fecha de admisión de Elías Ashmole a una logia masónica: él mismo escribió en su diario que el 16 de octubre de 1646 fue admitido en una logia masónica en Warrington, en el Lancashire. 

Esa logia ya existía, puesto que Ashmole no fue uno de sus fundadores. También registró en su diario los nombres de otras personas admitidas al mismo tiempo que él, entre ellas su primo Henry Manswaring, puritano. Como Ashmole era monárquico, es evidente que la logia en cuestión recibía como miembros a gente de los dos partidos opuestos en la guerra civil.

En L:.V:.X:. Luz, Verdad y Amor; que las Rosas del Alma florezcan majestuosas sobre la Cruz de vuestro Cuerpo material.


Aralba