"Meditación Grado de Teórico"
-Atrevimiento, Constancia, Prudencia, Humildad y Amor-
Apolo, Dioniso y Hermes, son los nombres que aparecen grabados en el frontispicio de la gran biblioteca a la que, después de tres años, como Celador del Templo de Afrodita, se me ha permitido acceder con el fin de adquirir el suficiente conocimiento teórico que pueda permitir convertirme en un Maestro de la Gran Obra de la Piedra Dorada.
Apolo, el gemelo de Artemisa, Dios del Arte, la Perfección y la Belleza. Dioniso, igualmente hijo de Zeus, como Apolo, es el Dios del Drama y el éxtasis ritual. Hermes, Igualmente hijo de Zeus, Dios del ingenio y del Pensamiento, también mensajero de los dioses. Todos ellos iban a ser mis maestros durante los siguientes años, junto a alguien más.
Cuando llamé a la puerta de la Biblioteca, aledaña al Templo de Afrodita, salió un hermoso, creía yo, bedel, con el Sol, por corona y le expliqué por qué estaba allí. A lo que, quien yo sentiría, más tarde, como que fuese Apolo, me instó a permanecer esperando en la puerta hasta que las circunstancias fueran apropiadas para mi adecuada y oportuna recepción.
Permanecí durante lo que quedaba del día, así como del resto de la noche. Por la mañana, a la misma hora del día anterior, golpeé con fuerza la puerta, con el fin de comprobar si ya había llegado la hora. Otro, tampoco, bedel, con aire de estar embriagado, me abrió la puerta y le relaté, palabra por palabra lo acontecido el día anterior. "Mira mi Amigo", me dijo, "la belleza de mi amado hermano Apolo es tan famosa como su severidad, no se lo tengas en cuenta, hip, pasa adentro, hip, pasa ya".
Cuando penetré dentro de la estancia, me di cuenta de que jamás, con anterioridad, había visto algo tan grandioso y majestuoso. No había un solo resquicio, en alguna pared, que no estuviese cubierto de libros bien apostados en sus estanterías, desde pocos centímetros del suelo hasta el techo. Los libros podían alcanzarse gracias a enormes escaleras de recia madera de roble y que podían ser deslizadas, mediante rodamientos, desde un extremo al otro de las múltiples librerías.
Apolo se acercó a Dioniso y se acercó, sonriente, a mi Persona dirigiéndome las siguientes palabras. "Menos mal que tuviste el atrevimiento de volver a llamar. Si antes lo hubieses hecho antes habrías entrado, disculpa la broma". Prudentemente yo no reclamé nada al respecto, aunque interiormente me sentía algo enojado.
"Bienvenido, Heracles", se aproximó a mí volando, mediante sus botas aladas, regalo sustraído a Zeus, quien yo sabía que era Hermes, el Dios del Ingenio y de la Inteligencia. "Dejadlo de mi mano", se dirigió a sus dos hermanos, "Yo le enseñaré, al "medio humano", cuáles son sus estancias, su banco de estudio y a su tutor"
Tras mostrarme, Hermes, paso a paso, todos los intríngulis y secretos de la Biblioteca, me llevó hasta una estancia que podría ser denominada como lugar de estudio; pero también establo y allí, tras traspasar la puerta, quedé paralizado de asombro al ver a un Ser medio humano y medio caballo, un centauro, me dijo, más tarde, el propio Quirón. "Maestro de dioses y hérores, éste será tu Maestro, uno de nuestros grandes médicos y científicos" habló Hermes mirándome, fíjamente a los ojos, mientras yo bajaba mis párpados como en un acto de humildad, "Mi amado Quirón", continuó el Dios dirigiéndose al Centauro, mi ahora instructor, "encomiendo en tus manos la instrucción de éste medio Dios, medio Humano, con el fin de que nos lo prepares, convenientemente, durante los próximos cinco años, antes de pasarlo a la custodia personal del Dios Hefesto.
Durante los siguientes días pasaron muchas cosas; pero sería complicado el poder contar todo lo sucedido durante tan largo espacio de tiempo, cinco años…, solo indicar que si de alguien recibí tanto amor cómo de mis padres biológicos, eso fue de mi Maestro, el Centauro Quirón, un Ente medio Humano y medio Animal.
Aralba R+C