Herencia R+ de la M:.
Paz, Tolerancia y Verdad
Paz, Tolerancia y Verdad
Este Trabajo es el
comentario de un extracto del Libro Iluminismo Rosacruz de Frances Amelia
Yates.
Atuendos del Real Arco, Espada, Medallas y Daga ceremoniales con rituales de los grados azules. Propiedad de ARALBA |
La historia legendaria de la albañilería, del verdadero arte
de construir, se cuenta en algunos poemas medievales (con fecha cercana a
1400), que según los francmasones modernos son documentos de la antigua
masonería operativa, la del oficio y el gremio, de la cual pretende derivarse
la francmasonería o masonería especulativa.
En estas Constituciones Manuscritas de la Masonería, como se
llaman esos escritos, la albañilería, la construcción o la arquitectura, se
identifican con la geometría. Un relato afirma que la geometría fue descubierta
antes del Diluvio, y otro dice que Abrahán enseñó geometría a los egipcios. En
otra versión de la invención de la geometría derivada de una fuente clásica
(Diódoro Sículo), se dice que la geometría fue inventada por los egipcios para
poder controlar las inundaciones del Nilo.
Esta invención se atribuye a Thoth-Hermes, o sea a Hermes
Trimegisto, a quien se identifica con Euclides. De esta manera, los orígenes de
la geometría y de la albañilería, y por consiguiente de la masonería, se
pierden en un lejanísimo pasado hebreo o egipcio, rodeados de místicos que se
relacionan claramente con la concepción renacentista de la antigua sabiduría de
los Prisci Theologi o Prístinos Teólogos, donde halla su fuente toda la
verdadera sabiduría.
En la mitología masónica, la verdadera sabiduría antigua se
conservaba en la geometría del Templo, construido por Salomón con la ayuda de
Hiram, rey de Tiro. Se creía que el arquitecto del Templo era un cierto Hiram
Abif (No Hiram el Rey), cuyo martirio es tema de una representación simbólica
en los ritos masónicos.
La fuente oficial de la mitología e historia mística
masónicas parecen ser las Constituciones de los Francmasones, publicadas en
inglés por James Anderson, que no era masón, en 1725 y que según tenemos
entendido todavía se consideran un documento de gran autoridad para la historia
masónica por parte de algunas de las obediencias. Contiene una declaración que
debe leerse durante el rito de admisión de un nuevo miembro, que comienza
diciendo lo siguiente:
“Adán, nuestro primer padre, creado a imagen y semejanza de
Dios, el Gran Arquitecto del Universo, debe haber tenido escritas en su corazón
las ciencias liberales, especialmente la geometría, porque desde la Caída
encontramos los principios de ésta en el corazón de su prole…”
La historia de la geometría es pues buscada e identificada en
todo el curso de la Biblia, hasta culminar con la construcción del Templo de
Salomón.
Pero no hay que olvidar que el Reverendo Presbiteriano
Anderson, en uno de sus escritos propios, se lamentara de que algunos miembros
laboriosos y abnegados de la Nueva Obediencia, “en un exceso de celo, se dedicaran a destruir algunos de los más
importantes papeles que demostraban la verdadera filiación de la masonería
especulativa moderna” decimos nosotros, gracias a documentos que han venido
surgiendo a posteriori, con las logias escocesas de masones aceptados,
descendencia directa de la Masonería puramente operativa, y que supuestamente
fuesen formadas por la familia Estuardo y algunos de sus protegidos caballeros
templarios.
Como casi todas las historias de la masonería –sigue la
Autora del Iluminismo Rosacruz-, las Constituciones, después de hablar de la
construcción, de los constructores y de los edificios que figuran en la Biblia,
pasan a ocuparse de la arquitectura no bíblica.
En primer lugar, el arte real de la arquitectura se difundió
de los judíos a los griegos, luego lo aprendió Roma, que se convirtió en el
centro del saber y del poder imperial,
llegando a su cenit con Cesar Augusto, bajo cuyo reinado nació el Mesías de
Dios, Gran Arquitecto de la Iglesia. Augusto patrocinó al gran Vitrubio, hasta
el día de hoy padre de todos los verdaderos arquitectos. Augusto fue Gran
Maestro de la logia masónica de Roma y creó el estilo augusteo.
La historia pasa luego rápidamente por la pérdida de la
masonería romana con las invasiones bárbaras, y el advenimiento del estilo
gótico, mencionando que en los tiempos de la ignorancia a veces se condenaba
por nigromancia a la geometría.
Refiriéndose ya a los tiempos modernos o más recientes, el
relato afirma que la reina Isabel I (La Hija de Enrique VIII) no fue favorable a la arquitectura, pero que
el Rey Jacobo revivió las logias inglesas y rescató la arquitectura romana de
la ignorancia gótica.
En Italia, brillantes arquitectos habían revivido el estilo
clásico que fue restaurado sobre todo por el gran Palladio, cuyo rival en
Inglaterra es nuestro gran Maestro Albañil Íñigo Jones. Carlos I también
patrocinó a Mr. Jones, a quien se presenta como un indudable francmasón, al
igual que Carlos II. Se menciona elogiosamente a sir Christopher Wren,
arquitecto de la catedral de San Pablo en Londres.
Pero a fin de cuentas, esta historia no aclara el punto sobre
el cual es tan necesario tener informes definitivos: ¿Cuándo se fundó la
masonería moderna como sociedad secreta organizada? La mayoría de los libros
que tratan de la masonería confunden la arquitectura bíblica, los relatos
legendarios, la historia de la arquitectura en general y la historia de la
masonería, tal como indica James Anderson en las constituciones de 1725.
Pero parece probable –y esto es algo que hacen ver los
historiadores masones- que la especie especulativa de masonería y su gradual
separación de la albañilería operativa, comenzaron cuando revivió el interés en
Vitrubio y en la arquitectura clásica resucitada.
Y a pesar de que Anderson no hace ninguna declaración
definitiva a este respecto, parece que en su historia Iñigo Jones tiene una
gran importancia, tal vez insinuando que la masonería como institución,
diferenciada de la leyenda masónica, comenzó a propagarse en Inglaterra en
concomitancia con la introducción y difusión del estilo augusteo por obra de
Iñigo Jones.
Se advierte una curiosa laguna en la historia masónica: ¿por
qué no se menciona a Jhon Dee, el célebre filósofo hermético y autor de un
famoso prefacio para la traducción inglesa de la obra de Euclides, en el cual
elogiaba al gran Vitrubio y exhortaba a luchar por el renacimiento de Euclides,
de la arquitectura y de todas las artes matemáticas? La edición inglesa de
Euclides, con el prólogo de Dee, fue publicada en 1570, y con seguridad fue un
monumento sumamente memorable para el sagrado arte de la geometría y el heraldo
del renacimiento de la arquitectura clásica en Inglaterra muchos años antes de
Iñigo Jones.
Es difícil creer que los masones no conocieran el prólogo de Dee a
la obra de Euclides, que contiene tantas citas a Vitrubio, y en verdad es
bastante claro que James Anderson sí lo conocía, pues en más de una ocasión
casi parece que lo está citando textualmente.
Compárense por ejemplo las palabras con las que Anderson
describe el reinado de Augusto como la época en la que nació el Mesías de Dios,
Gran Arquitecto de la Iglesia, con las palabras de Dee sobre Augusto “en cuyos días nació nuestro Celestial
Arquimaestro”. Se queda uno con la impresión de que Dee fue puesto
deliberadamente fuera de la historia oficial de la masonería.
¿Cuál puede ser la razón de esta omisión? Quizá la misma por
la cual con tanta frecuencia se evitaba pronunciar su nombre: Su fama de
hechicero y la publicación condenatoria de Meric Casaubon. Aunque es sumamente
irónico que en su prefacio el mismo Dee deplore la acusación de hechicería que
le hacen los ignorantes, exactamente como Anderson en las Constituciones afirma
que en los tiempos de ignorancia a veces se condenaba por nigromancia a la
geometría.
En L:.V:.X:. Luz,
Verdad y Amor; que las Rosas del Alma florezcan majestuosas sobre la Cruz de
vuestro Cuerpo material.
Aralba