Paz, Tolerancia y Verdad
La Simbiosis Humana
La relación entre todos los Seres
se puede reducir a dos formas esenciales, la simbiosis y el parasitismo que no
es otra cosa que una versión agresiva de la primera. El cuerpo humano es una
simbiosis, colaboración, de millones de células tan íntimamente ligadas que
terminan formando órganos y organismos definitivos; pero los cuerpos humanos
también desarrollan una simbiosis muy estrecha con otras bacterias y hongos
como los encontrados en el sistema digestivo humano y sin las cuales no se
podría sobrevivir. Hasta aquí, hemos visto, como no existiría gran diferencia
entre los organismos sean estos, vegetales, animales o humanos.
Existe otra simbiosis que los
científicos ni siquiera han contemplado como posibilidad, ya que entraría
frontalmente en competencia con las religiones establecidas. Olvidándonos, en
principio, de las simbiosis mencionadas, en el Ser Humano, existiría otra forma
de simbiosis entre la maquina biológica humana, con su propia inteligencia
automática de subsistencia, y un agente externo, que se ha venido a denominar
como Espíritu.
La simbiosis espiritual, ha permitido al Ser Humano despegarse
de sus hermanos animales, en la pirámide evolutiva, convirtiendo a éste en un
Ser más longevo debido a condiciones higiénicas y de alimentación artificiales
que, de otro modo, habrían acortado la vida de los cuerpos biológicos de la
especie humana.
La ciencia no ha sido capaz, aún,
de descubrir y, menos aún, de separar a ese agente desconocido que se ha venido
a denominar como Espíritu; ya que se trata de un Organismo extraterrestre que
se encuentra íntimamente vinculado, por mutación y evolución, con el ADN del
simio del que procede nuestra Especie. Todas nuestras células, no solo las
cerebrales, están involucradas en esa simbiosis entre la naturaleza biológica
del Simio y la espiritual del Ser alienígena que también somos.
Es por ello que, en nuestra vida
compuesta, se desarrolla una especie de lucha interna entre lo Natural, de este
mundo, y lo Espiritual, lo ajeno, extraño, de otro Mundo y que lucha por
prevalecer. En cierto modo, podría decirse que esta simbiosis tiene muchas
connotaciones parasitarias ya que mientras uno crece, el Alma Espiritual, el
otro mengua, el alma biológica. Esto debe de ser así ya que los seres vivos no
son otra cosa que máquinas biológicas con su propia inteligencia artificial.
Una inteligencia programada para producir la supervivencia del organismo y de
la propia especie durante un tiempo limitado. El Espíritu del Alma humana, a
veces lleva bien eso de convivir con ese instinto de supervivencia; pero en
muchas otras ocasiones, cuando el fin propuesto lo precisa, el Espíritu decide
sacrificar su propia integridad, como organismo biológico, en beneficio de algo
que él conoce muy bien y entiende como superior; pero que choca frontalmente
con la programación de supervivencia de su vehículo orgánico de manifestación.
En un principio, el lector
pudiera pensar que ese parasitismo es injusto dado que el Ser biológico está a
expensas de lo que decida su partenaire en la simbiosis; pero hay una cosa que
la inteligencia biológica desconoce y que no está preparada para comprender.
Como se ha dicho, el Ser biológico está constituido para sobrevivir durante un
periodo de tiempo y que se encuentra previamente programado en su ADN. Evidentemente,
esa programación puede verse modificada por accidentes o agentes externos
agresivos como la falta de aire, exceso de radiación, falta de agua etc., etc.
El Espíritu sin embargo trasciende de ese periodo de supervivencia, tan breve,
y migra de unos cuerpos a otros, conservando tan solo una especie de bíos
informática que lo incita a seguir manipulando, por mutación, los cuerpos en
los que penetra. Así los convierte, cada vez más, en propios y utilizables con
el único fin de alcanzar su fin programado: El conseguir un Cuerpo antaño
perdido. Es por tal motivo, mal que nos pueda parecer, que el Hombre biológico,
como alma, está condenada a perecer definitivamente con el fin de dar paso al
Hombre Nuevo, Espiritual, Eterno e Inmortal.
Cómo se produjo esa simbiosis
entre lo natural y lo espiritual es algo que ya hemos abordado de forma
repetida, sirva ahora, tan solo, la comprensión del porqué muchas veces hacemos
algo que creemos impropio y dejamos de hacer las cosas que nos debían de
producir beneficio. Son dos seres los que conviven en un único vehículo de
manifestación; pero solo uno de ellos tiene futuro. El otro, lamentablemente,
no.
Concepto Rosacruz Filosofía Religión
En el transcurso de la existencia
del Ser humano, la Consciencia ha transmitido al hombre una especie de
enfermedad y que lo acompaña, desde que tiene uso de razón hasta la tumba: La
incertidumbre, las preguntas existenciales.
Como medicina para mitigar ese
mal, la especie humana, en sus individualidades, ha intentado, por medio de la
lógica y de la razón, calmar el ansia producida por esas preguntas sin
contestar: Quien soy yo, de donde vengo, que hago aquí y a donde voy. Esa
medicina es la Filosofía, que al contrario de lo pretendido, ha favorecido que
surjan más preguntas sobre otras preguntas, en una cadena que parece no tener
fin. Esa circunstancia ha permitido el nacimiento de las ciencias del
conocimiento.
Por otro lado, algunos
desaprensivos, teniendo el Poder del conocimiento, han hecho uso de esa
facultad para manipular a sus congéneres en su propio favor. Esa es la
Religión, la cual no induce preguntas en los cerebros de sus practicantes; en
todo caso dudas que no es lo mismo. Al contrario que la Filosofía, que intenta
contestar a las preguntas existenciales, la Religión crea doctrinas dogmáticas
en las que hay que creer aunque no tengan algún tipo de consistencia lógica.
Hemos visto como el sistema
natural de la Filosofía provoca un perpetuum móvile de preguntas y respuestas
que conduce a una evolución progresiva del conocimiento del Ser Humano; por el
contrario la Religión, por su dogmatismo, frena ese conocimiento provocando
incluso una especie de falsa consciencia de culpa en los individuos
practicantes, con lo cual, podría decirse que es una anti-medicina.
Con la filosofía se pretendía
calmar la ansiedad provocada por los efectos secundarios de la adquisición de
la Consciencia; por el contrario, la Religión convierte al hombre en un ser
cargado de infelicidad ya que se siente culpable de todo lo que realiza y le
sale mal e incluso de la situación de su entorno familiar, vecinal, regional,
etc., etc...
Eso es así, porque en el fondo, aunque el hombre quisiera
protegerse durante un cierto tiempo bajo el paraguas de la religión que
contesta a sus preguntas existenciales bajo el prisma de: es palabra de Dios y
hay que creerlo, es decir la Creencia, las dudas vuelven a resurgir, como si de algo
podrido se tratase y que quisiésemos enmascararlo con algún tipo de perfume.
En
principio parece desaparecer bajo los poderosos efluvios de la Doctrina; pero a
la postre, el binomio Inteligencia-consciencia vuelve a tomar el mando y surge
la duda, porque algo no casa. La Consciencia sabe que algo no anda bien, que no
es razonable o lógico y termina comprendiendo que está siendo manipulada y se
revela.
Esa es la principal causa de que
el pensamiento religioso termine transformando a sus practicantes en terribles y fanáticos guerreros que luchan por mantener sus doctrinas ancestrales, contra los
rebeldes que, por el contrario, intentan que no se les engañe más. La Filosofía
no es dogmática, la Religión sí y dado que el conocimiento no es nunca perfecto
y siempre se va modificando conforme transcurren las experiencias, la filosofía
evoluciona y con ella la propia Alma humana. La Religión la enclaustra y no la
deja respirar, intentando mantenerla dormida y creo que ya sabemos por qué.
En L:.V:.X:. Luz, Verdad y Amor;
que las Rosas del Alma florezcan majestuosas sobre la Cruz de vuestro Cuerpo
material.
Aralba