"Rosacruz 9 - XI y XII"
-Capítulo XI-
Sin que lo supiera nadie, la señora Reiman había tenido una entrevista con la viuda de Kersen, en que la primera había ofendido en lo más íntimo y sagrado a la madre de Elsa, acusándola a ésta, de que solo la guiaba el interés de atrapar a un marido rico para su hija ciega. En esta ocasión, el alma pervertida y negra de la una, habría herido hondamente la blancura inocente de la otra. Pero podemos sospechar lo que pasó entre las dos, por las frases lanzadas por la señora Kersen a Bernardo, pidiendo a éste no volviera a la casa. La señora Reiman, que había llegado a su casa después de dar una vuelta, pues quiso que primero se le pasara el enojo ocasionado por la señora Kersen, ordeno esta vez ella misma el aposento de su esposo, con especial cuidado, poniéndole los mejores bocados, como también una fuente con fresas silvestres azucaradas, su fruta predilecta y, además, un ramillete de rosas frescas. Ella se sonrió al presentir el triunfo que iba a obtener, gracias a su astucia. Le constaba que su esposo volvería a caer en el garlito cuando viera la solicitud y el tierno cuidado de que ella lo rodeaba. El amor del hombre, pensó, entra por el estómago. Esto es universalmente sabido. Así pues, ¿por qué iba a ser justamente su marido una excepción, él que siempre tenía un buen apetito y chasqueaba la lengua cuando sentía olor a buen asado?, calculó ella. Esta receta es a veces de un efecto sorprendente en naturalezas varoniles. Él tenía que llegar de un momento a otro. La hora a que generalmente llegaba a casa, ella no la sabía. En los últimos tiempos no se había preocupado de ello, pues ya hacía mucho que el uno pasaba al lado del otro como extraño. Seguramente debía haber algo extraño entre ellos, que los alejaba. Sus ojos se vitrificaron mirando fijamente en el vacío, cuando se puso a pensar en ello. De pronto presentóse a su imaginación la señora Kersen. Esta había pregonado a voz en grito, por decirlo así, que era la elegida de su corazón, y ahora quería cautivar además a su hijo. ¡Qué mujer! Sus pensamientos no pudieron seguir adelante. La puerta se abrió precipitadamente y frente a ella hallábase su esposo, quien con mirada de asombro la contemplaba de arriba abajo... —Parece que mi presencia poco te alegra —empezó la señora Reiman con una irónica sonrisa.
—Efectivamente, estoy admirado... De repente se interrumpió. —¿O es que ocurre algo especial? —preguntó con brevedad. —Es que, de otra manera, no tienes costumbre de venir a mi cuarto y menos a estas horas. Hizo como si no viera el cuidado con que estaba preparada la mesa, y no quiso dignarse mirar las rosas. —Habla, pues. ¿Qué sucede? —insistió él—. Aun tengo que escribir algunas cartas. Por consiguiente, explícate pronto. Costábale a ella gran trabajo dominarse. —¿Es que tienes mucha prisa hoy en liberarte de mi presencia? —le preguntó maliciosamente—. Me acuerdo de un tiempo en que me buscabas. El se rió forzadamente. —¡Ya! ¡Ríete! Cuando vamos entrando en años, las mujeres solo hacemos un papel secundario ante vosotros. Extrañado de su reproche, alzó la vista hacia ella. —¿Cómo te sobrevienen tales pensamientos? En todo caso, yo no te he dado motivo alguno para estas quejas. Tienes todo lo que deseas, riquezas y un muchacho sano y formal. La señora Reiman notó que su método era falso y que tenía que acudir a una nueva táctica para influir en su marido. —Tienes razón —contestó después de reflexionar un rato—, estoy desagradecida... Cuando todo lo que tengo, lo tengo por ti... Hipócritamente, lanzó un gemido sordo, al pronunciar estas palabras. —Pero yo estoy enferma, enferma de verdad. Por ello tienes que disculparme. Él la escuchó admirado. —¿Tú estás enferma...? —¡Sí, naturalmente que lo estoy!
—¿Vuelves a tener quizás tus nervios irritados? —Puede ser... Por lo visto, ya no puedo soportar bien el aire de la gran ciudad, el barullo, el ruido, día por día; hasta de noche me despierto sobresaltada. —Entonces vete a algún lugar tranquilo, en donde tus nervios vuelvan a recuperar su equilibrio. Nuestro médico ya te indicará alguno apropiado. Ella quedóse mirando vagamente. —¡No, no quiero salir! Tengo que quedarme cerca de Berlín. —¡Ah! Bueno. Entonces... —Pero bien tenemos nuestra pequeña casita en Schmargendorf. Bien podemos vivir allí —lo interrumpió ella—. Está tranquila y silenciosamente entre praderas y bosques y tiene también un hermoso jardín. —¡Qué...? Esto no puede ser —exclamó él, levantándose de la mesa—. No vas de ninguna manera. La pequeña casa pertenece a la señora Kersen. —¿A la señora Kersen? —repitió ella, haciéndose la altamente admirada. y luego añadió: —Pero solo mientras no la ocupemos nosotros, como los verdaderos y legítimos propietarios, que bien lo somos. —¿Propietarios? Ya no lo somos. La casa pertenece a la señora Kersen. Su marido me la compró antes de morir. —¡Ah!, ¿sí? Pues tú no me habías dicho nada de ello. —¡Cómo! ¿Sostienes que no he dicho nada? Tú estás informada hasta del más ínfimo detalle. —¿Es que la hipoteca de que una vez hablaste, ya está paga? Bien tenías una suma mayor sobre la casa. —Efectivamente, y ella me paga los intereses. —Entonces denunciarás tu hipoteca —exclamó ella con dureza—. De esta manera volveremos en posesión de nuestra casa; lo que estamos obligados a hacer por nuestro hijo, nuestro heredero. Él contempló a su mujer con agudeza. —¿Me estás hablando en serio? ¿Quieres que denuncie la hipoteca a la señora Kersen? —Pues sí. Me parece lo natural. ¿Y por qué no?
—Pues yo no pienso, en absoluto, en tal cosa. Yo creo que no tienes tus sentidos cabales. —¿Y tampoco si lo pido por consideración a mi salud? —Tampoco entonces. La mujer estaría arruinada. Considera tan sólo, que entró en la casa como mujer joven y allí dio a luz a su desgraciada hija. Allí aprendió su hija ciega a correr y jugar, de manera que conoce camino y sendero. Sabe encontrar todos los rincones de la casa. A esta pobre mujer, ya de por sí tan digna de lástima, le quitaría con ello... (La señora Reiman rióse con dureza.) ...su único sostén. Le costaría la vida, pues desde la muerte de su marido se ha cultivado ella misma en el pequeño jardín, todas las legumbres, frutas y cuanto necesita. No, no; es un absurdo, no puedo hacerlo. Sería además una vil ingratitud hacia su difunto esposo, que fue para mi fábrica un funcionario hábil y sumamente concienzudo, pudiéndole nombrar, ya después de pocos años, apoderado mío. Además, fue mi amigo en el sentido más noble de la palabra. En su lecho mortuorio, le juré ser siempre un amigo leal de su familia y esto lo cumpliré absolutamente, tenlo presente. Además, la hipoteca ha sido registrada como no denunciable mientras vivan las dos. —¡Pero tiene que salir de allí! —objetó con altos gritos la señora Reiman a su marido—. ¡Tiene que salir a la fuerza! ¿Que se deje comprar una casa por su cuñado rico (ese aventurero venido de México: ese ricacho de que tanto pregonan por aquí, y del que tanto ruido mete)! —gimió ella—. Sí, dicen que tiene dinero a montones; que sabe hacer oro, el charlatán ése. Pero, naturalmente, él... se esquiva, y deja que personas extrañas se cuiden de su hermana. —No debes hablar de personas que aun no conoces —replicó Reiman, mientras su mujer, al darse cuenta de que el proyecto de su aparente enfermedad, tan bien preparado, quedaba frustrado, mostró ahora sin disimulo alguno todo su odio, e insistió. —Me lo he jurado a mí misma: esa mujer tiene que salir de allí. Reiman abrió desmesuradamente los ojos. Hasta llegó a dudar del juicio cabal de su esposa. —¡Pues sí! —¡Tiene que salir! —volvió a gritarle de nuevo—. ¿O te crees tú que estoy dispuesta a seguir admitiendo vuestras secretas citas? Esto ya fue demasiado, y Reiman pudo darse cuenta de lo que su mujer se proponía. —¡Estás loca! ¡No las tienes todas contigo! —dijo, encolerizado.
Pero la señora Reiman no se dejó intimidar por la furia de su marido. —¡Oh! —exclamó—, yo lo sé todo. A mí ya no me puedes hacer creer este cuento de vuestra pura amistad o tonterías parecidas. ¿Lo que es? ¡Tu querida! Tu concubina, que hasta quiere cautivar a mi hijo para su muchacha. ante tales palabras, Reiman ya no pudo contenerse más —¡Te prohíbo —exclamó lleno de ira— hablar en tales términos de esa mujer, que en todas partes es mirada con el mayor respeto! ¡Vergüenza debiera darte una sospecha tan vil, contra esa mujer que fue lo bastante magnánima para concederte su protección. —¡Ya, ya! —replicó ella, exacerbada—. ¡Para aprisionarte, luego, tanto más! —La peor de las bajezas es la ingratitud..., y yo sentiría muchísimo tenerte que contar entre tales naturalezas —profirió él en su manera tranquila y prudente—. Pero —prosiguió elevando la voz—, guárdate de tender el arco demasiado, pues podría romperse y yo lo sentiría mucho por ti. —¡Ah! ¡Me amenazas! ¡Me quieres echar! ... ¿A tal punto han llegado ya las cosas, que tú me amenazas con echarme? —gritó ella temblando con todo su cuerpo—. ¡Y por una mujer así... De repente, rompió a llorar desconsolada... Él dejó tranquilamente que se expansionara. El viejo Reiman se dio cuenta de que el estado de irritación de su mujer era enfermizo. por consiguiente le dijo, compasivo, después de algún rato: —Lo mejor, Augusta, será seguramente que te vayas a la cama. Tus nervios excesivamente excitados, necesitan descanso. Con estas palabras, condujo a su mujer, que seguí llorando arrebatadamente, y que, por lo visto, se hallaba histérica, a su dormitorio. Reiman quedó meditando sobre el matrimonio, el histerismo y la sensualidad.
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-Capítulo XII-
Mientras las condiciones fisiológicas y psicológicas difieren, nuestro poder de percepción tiene que ser diferente; por eso el músico, el pintor, es un especialista, desde el punto de vista psicológico. El Rosa-Cruz debe refinar sus sentidos y sentimientos y lo consigue solo cultivando con ahínco los estudios herméticos. Debe ser soñador, idealista, refinadamente artista. El verdadero Rosa-Cruz será pintor, músico, poeta, aunque no sepa manejar pinceles, piano o ignorerimar, pero todavía no será por eso mago, ni lo llevara al extremo necesario, si no domina la pasión material, mientras no mate su ego animal. Tenemos, pues, tres categorías de seres: los insensibles, los hipersensibles y el consiguiente término medio; existen aún impresionables solo para ciertas cosas, pero no hay ninguno que no haya sentido la excitación, el deseo de poseer a una mujer; hasta los eunucos, los hermafroditas, tienen momentos, aunque pasajeros, en que desean hacer suya a una mujer. Ello es necesario, es una condición biológica en el hombre; pero ahí está el gran problema, de como aprovecharlo, para bien o mal, para alimentar el animal o cultivar a Dios, para denigrarse o elevarse, para ir adelante o retroceder. La potencia sexual es la vida, el poder, la fuerza; vemos a un tísico que apenas puede levantarse, un reumático a quien sus dolores no le permiten moverse; hasta ponerlos en contacto con una mujer, para que recuperen toda su fuerza, toda su agilidad. Hay seres inferiores, a los cuales se les pueden mutilar los miembros, una pierna por ejemplo, sin que sientan dolor en el acto sexual. El esclavo solo puede elevarse a poder mandar, después de ser libre. Un hombre esclavizado por sus instintos bajos, por sus pasiones, no podrá influir, no dominar a otros. Solo los hipnotistas natos, que suelen nacer como fenómenos, pueden influenciar, a pesar de dar rienda suelta a sus vicios; pero el que quiere aprender a hipnotizar, es decir, a dominar a otros, sin haberse dominado a sí mismo, no logrará su objeto. Veamos cómo influye la potencia sexual sobre la fuerza mental. La glándula pineal, rompecabezas de los sabios, esa pequeña glándula de nuestro cerebro, según los hindúes, es una ventana de Brahma, es un acumulador para el hipnotista y para el mago. Desarrollada esa glándula, hace efectuar a los fakires aquellos fenómenos tan sorprendentes, de fascinación de masas.
Esta glándula hallábase muy desarrollada en los Santos que operaban milagros, y las tienen agrandadas los negociantes que comercian con éxito, y también los Edison, y todos los que se adelantan a su época. Se halla atrofiada en los idiotas, en los hombres de poca fuerza de voluntad, en fin, en la mayoría de los humanos. Es menester para el ocultista, desarrollar esa glándula, y el secreto lo posee la magia sexual en cumplir la ley: “No fornicarás”. Pero tiene sus peligros, y por eso es necesario explicarse, para evitar a los aspirantes a Rosa-Cruz el cometer errores, y que caigan en los extremos; creo que es menester abrirles los ojos e indicarles donde pueden hallar algo grande, avisarles que el refrenar demasiado, acarrearía enfermedades nerviosas, muchas veces incurables. Naturalmente, no se puede dar la clave lisa y llana, ésta debe descubrirla cada cual, según su adelanto. Sucederá que este libro, en manos de cualquiera, será solo novela, una tontería; pero en poder del llamado, será una luz, un faro útil que dejará leer entre líneas un secreto enorme, grandioso, sublime. La mujer ha sido creada para perpetuar la especie; el hombre halla en ella su dicha, debe ser su compañera, y, como tal, debe desearla, impulsado por el amor; pero ¿sucede en la mayoría de los casos?, ¿es realmente amor o deseo? Ciertamente lo último es lo frecuente. La mujer despierta ante todo, ansias de poseerla; mientras esas ansias no se satisfacen, vibra en el hombre lo más elevado, lo más grande, lo más divino; el amor, una vez satisfecho, generalmente concluye. Se ama al ser ausente; se ama, de verdad, a la mujer que no se consigue; hasta a la que se pierde, como al morir, o al abandonarnos. Si, ya poseída la mujer, el verdadero amor se pierde, y solo se vuelve a recuperar después de algún tiempo al perderla, en esto está el misterio del Génesis. Eva comiendo la manzana, perdió el derecho al paraíso. Ciertamente, el matrimonio es la unión del sexo masculino con el femenino, para perpetuar la especie; pero es menester que en el matrimonio solo se entregue uno al otro, en un éxtasis de amor inconsciente, pues hasta desear el goce material, para que el hombre se rebaje al animal, que solo apetece la satisfacción de apetitos brutales. Más; se denigra más bajo que el animal irracional; pues éste, por leyes fisiológicas, tiene cierto tiempo de brama, en que solo guiado por el instinto se une con su género opuesto, y el hombre, que tiene en su voluntad cometer ese acto o no, es responsable si hace mal uso de él. La naturaleza jamás deja de castigar; por eso vemos matrimonios que antes de casarse se amaban y aunque dure la ilusión más o menos tiempo, la reacción nunca deja de esperarse; hay todavía otros que se soportan por rutina o debilidad, pero no gozan la verdadera felicidad a que puede aspirar y tiene derecho el ser humano. Para el acto se necesitan momentos psicológicos determinados, en que se experimenta una voluptuosidad suprema, en que ambos sienten delicias indiscutibles; si en ese momento la pareja hubiese experimentado simultáneamente algún deseo, y éste hubiese tomado forma en el plano astral, habrían traído la realización de ese deseo; habrían cometido un acto de magia.
Hay un acto de magia sexual, hay cierto connubio que sabe efectuar el mago, para sus fenómenos, en que puede con su fuerza mental, en este momento preciso, sanar o matar, enriquecer o arruinar, al que se propone. Para ello hay una clave, un secreto, que podéis buscar, yo tendré buen cuidado de no divulgarlo. Pero esto no interesa a todos los lectores; es menester haber estudiado algo de ocultismo. Para el público sería ese secreto una arma horrible, con que podía impunemente cometer crímenes, sin que la justicia humana le alcanzara. El matrimonio, que debe simbolizar, en el hogar, el cielo en la tierra, se convierte después del casamiento y en poco tiempo, en más o menos infierno. Si al principio existió la unión espiritual, luego el hombre que esperaba algo superior, lo que no puede satisfacer, busca a otras mujeres, trata de alcanzar la dicha fuera del hogar, vienen las comparaciones, y el castillo de naipes, pompas de jabón, se deshacen, resultando que, generalmente, de una víctima y un victimario, casi siempre el último es el hombre, pero también los hay víctimas. El lazo fluidico de su unión, se deshace poco a poco; y, si no uno, ambos concluyen mal, cuando no saben o no quieren soportarse. El verdadero amor, no tiene nada que ver, ni con la ceremonia religiosa, ni con el pacto social, ésos son convencionalismos sociales, que a veces hacen más daño que beneficio. La verdadera unión se hace en espíritu; y cuando todas las circunstancias están previstas, por las leyes superiores, se efectúa sin poderlo evitar, siendo la mujer soltera o casada, virgen o no. Es una atracción misteriosa e inexplicable. Muchas veces los jueces castigan casos de inocentes, verdaderamente irresponsables; mujeres que se entregan, impulsadas por amor, y, ya satisfechas, se arrepienten, acusan y hacen castigar, siendo ellas las principales culpables. Hay ahí un hipnotismo inconsciente, en el cual ya uno u otro obedece irremisiblemente; castigarlos, es igual que condenar a un loco o a uno que cometió un delito en estado hipnótico, que está previsto en la medicina legal. Mucho más cruel es la sociedad, en repudiar o despreciar a estas víctimas. ¿Sabe ella acaso el fenómeno íntimo que se efectúa? ¿Conoce como la serpiente fascina, hipnotiza, al pajarillo que luego devora? El Rosa-Cruz mago siente la misma excitación nerviosa al operar, que otro ser lleno de deseo. Si supieran los hombres lo que pudieran hacer en este momento de nerviosidad, seguro que lo harían todo, menos seguir a la mujer. Todo fenómeno en el plano material, es provocado en el plano espiritual y solo las uniones que se efectúan ahí, son duraderas; solo en ellas está el verdadero goce, que los demás humanos ignoran; solo en la unión espiritual, residen el placer, el éxito y el poder. Por eso, jóvenes, huid, aunque sean hermosas, de las mujeres sin alma e incapaces de unirse espiritualmente. Evitad casaros por interés o por otros motivos. Examinad primero, si vuestra amada os pertenece en espíritu; sin ello, no podéis ser feliz por tiempo indefinido, ni acaparar fortuna, sino en raras ocasiones…
¡Cuántos fueron hombres de suerte o fortuna antes de casarse! Después, desde que se unieron a su mujer, todo fracasó: los persiguió una mala estrella, debido a que antes sus empresas eran manejadas por fuerzas mentales potentes, que perdieron al gastarse en la unión sexual. A la inversa, hombres que nunca consiguieron antes nada, bastó que se casaran, para que el éxito, la fortuna, les fuese favorable, debido a que el fluido sexual de la mujer les faltaba, y ahora el de ambos estaban afines, y el poder de que carecían, les vino inconscientemente. Otro problema necesario de advertir y que hace tan decrépita, enfermiza, impotente a la generación actual, es el vicio de la masturbación, tan arraigado en la juventud de ambos sexos. Si supieran los padres y los maestros el grave daño que hacen al no advertir el peligro a sus hijos y discípulos, tomarían medidas adecuadas para el caso. Todos, en los primeros años en la escuela, lo hemos tenido, y comprendemos el perjuicio que nos ha ocasionado; pero una cobardía moral mal comprendida, nos impide abrir los ojos a nuestros pequeños. ¡Cuántas voluntades se agotan, cuántos rostros, que pudieron haber sido bellos, se marchitan, cuantas existencias se truncan, por no dar la voz de alarma! Los estudios de Rosa-Cruz nos enseñan que el semen es el astral líquido del hombre, es la vida, encierra el poder. Si no hacéis uso de vuestros órganos genitales, se atrofian y ya no sois hombres, os convertís en seres impotentes. Por eso el problema es tan difícil, y no existe mas que este dilema: O cometéis el acto, como un acto necesario, como el comer, con un ser al cual no queréis, ni apreciáis, y sin mezclar vuestros sentimientos espirituales; o lo hacéis en un éxtasis de amor, con el ser a que estáis seguros de permanecer unidos por toda la vida. En la patria de Sócrates, en aquella hermosa Grecia pagana, la hetaira era sagrada, era elevada al rango de sacerdotisa del amor: ella servía para satisfacer las necesidades de los Atenienses, sin que éstos gastasen sus energías intelectuales. Y, como tal, la prostitución es hasta hoy una necesidad social, en lo único que hacemos mal es en humillar y escarnecer tanto a esos seres y enaltecer demasiado a ciertas mujeres casadas. Mal que nos pese, debemos aceptar la definición de Pablo Robin, que dice: “La principal diferencia entre las mujeres consiste en que, las calificadas de honradas, trafican al por mayor, y las prostitutas, al menudeo. Estas venden sus besos por necesidad a todo el mundo, aquellas los suministran a un contratista vitalicio”. Pretender satisfacer el acto con el ser querido y experimentar goces animales, no es posible, más fácil es juntar el aceite con el agua. El mismo espíritu lo castiga, acabando vuestra fuerza de voluntad, trayendo dolores y enfermedades, y así perdéis el paraíso prometido. El Gran Todo, el Alma Cósmica, es el gran almacén universal, de ahí se reparte todo, como por reflejo. La vida individual es solo una parte de la vida universal, como el amor particular es una chispa del gran amor universal.
Con amar a un ser, hacemos vibrar todas las vibraciones del amor universal y siendo el amor origen, principio, energía impulsadora de todo, los átomos químicos no son en su principio íntimo sino compuestos de amor, y al unirse el átomo oxígeno e hidrógeno en agua, se realiza un maridaje pasional. El amor, como ya he dicho, es el origen de todo lo que se agita y muere. Dios es amor y su amor realizó la creación. Cuando el hombre se une en el acto secreto a la mujer, es un Dios, pues en este momento se convierte en creador. Los videntes dicen que en el momento preciso del amor, del espasmo, ven a los dos seres envueltos en una ráfaga de luz, muy brillante; se envuelven en las fuerzas más sutiles y potentes que hay en la naturaleza. Si saben aprovechar el momento, si saben retener esa vibración, con ella pueden operar, como el mago para purificarse y conseguir todo. Si no saben respetar esa luz, los abandonará, para recluirse en las corrientes universales, pero dejando tras de sí las puertas abiertas, por donde se introduce el mal. El amor se convierte en odio, la ilusión deja lugar a la decepción. Como el amor, todas las manifestaciones de la naturaleza tienen en el plano material sus acumuladores. La mujer joven, generalmente, es un acumulador de lozanía, de salud y belleza, trasmisible como todo a otros. Todo ser es un vampiro, que puede atraerse esas cualidades para sí. Las corrientes fluidas materiales, una vez chocadas, una vez confundidas entre sí, se neutralizan y se repelen; las corrientes espirituales, por metafísicas, no son alcanzadas por esas leyes físicas. Meditad, hombres casados, ¿Habéis alcanzado en el matrimonio el éxito, la satisfacción que esperabais? No os engañéis, no os hagáis ilusiones, no os ofusquéis por la voz de la materia y tengáis que decir: Tiene razón y ahora me explico muchas cosas, que antes no comprendía. En el Perú, en la India y en México hay brujos, hechiceros, de los cuales los que no averiguan se ríen. Estas brujas o hechiceras han conocido ciertos secretos por tradición de sus antepasados, para hacer mal. Los hay, que hacen muñecos de cera y los clavan con alfileres; yo he conocido casos patentes, en que operaban con éxito, pues la mayor parte emplean la magia sexual, y como primer agente, la sangre, el líquido menstrual y el semen. Hace años, en Santiago de Chile, un amante, por vengarse de su ex querida, operaba en su contra, valiéndose de ropa usada. Llegué a ver en el hospital la muerte del mismo, y al dar cuenta a la justicia se rieron del demandante y el asunto quedó sin castigo. Hoy mismo conozco un caso en que un conocido mío, valiéndose de sangre adherida a un paño y de una capa que usaba su amante, opera contra ellos. Cuando vea el resultado publicaré mis observaciones, con detalles amplios, por ser estudios curiosísimos, que aunque muchos no creen en brujerías y clasifican estos hechos en el escalafón de supercherías, en el ánimo publico esta que son cosas reales y que a cada rato nos vemos enfrente de casos inexplicable de enfermedade s, que no encontramos la causa.
Por de pronto, puedo anticipar que la amante de referencia, se volvió loca irascible. ¡Cuántas veces vemos hijas que abandonan el hogar con un tenorio de barrio, que no supieron apreciar el dolor de una madre desilusionada; se enferman o mueren o les acontece cualquier otra desgracia! Conocí el caso de un galán que perdió la vista, sin que la ciencia pudiera encontrar la causa. Se dice: ¡Castigo de Dios!, imaginando que existe un Dios personal, que con un látigo en la mano, corrige a sus criaturas. No, querido lector; es la influencia de la mentalidad de la madre que vibra sobre el traidor, hasta destruirlo. Si aquel se hubiese unido a su amante en un sentimiento de verdadero amor, las corrientes mentales de la madre no le alcanzarían, pues el amor puro es una coraza férrea que todo lo rechaza; pero si sólo existió el deseo carnal, no hay excepción, serán castigados, tanto él como ella, según la magnitud de la falta y el poder mental que pide venganza. La magia es la exteriorización de la fuerza de voluntad. Esta puede servirse como vehículo del amor o del odio; el primero lo emplea el mago blanco; el último el negro. Sus alcances dependen de la intensidad, cómo, y el tiempo que sabe vibrar, pero el resultado es inevitable, forzoso. ¡Cuántas veces llegan a nuestros consultorios estos enfermos que dicen estar embrujados, que alguien les ha hecho daño! Los médicos se ríen de estos casos y para deshacerse del cliente, recetan bromuros, y sin embargo, hay en el fondo una verdad; estos individuos están atormentados, heridos y perjudicados por la corriente mental del que querían impunemente dañar en otros tiempos. Es la ley de Karma que los alcanzó; la mano de Dios que supo castigar. Lo que el brujo hace a sabiendas, ellas se lo proporcionan inconscientemente. Cuando el Rosa-Cruz ve a mujer bella y hermosa, debe tratar de atraerse esas bellas cualidades para sí, cargarse de fluido bello y sano. No por eso daña a la mujer, porque su poder acumulador no se agota; mientras más esparce, más acumula. Cuando un viejo decrépito se casa con una muchacha joven, lo vemos de pronto rejuvenecerse, y a ella languidecer; concluye, se agota. Es que el anciano atrae demasiado la vitalidad de la cónyuge. Más tarde se establece cierto equilibrio, hasta que la fuerza prestada se vuelve y ella torna a su esplendor y lozanía. Sucede lo contrario cuando una vieja se une con un hombre más joven, su vejez se precipita y el galán busca de satisfacerse, engañándola. Para el matrimonio moderno, no se tiene en cuenta nada de estas cosas, ni las condiciones fisio-psicológicas de los contrayentes; lo esencial es llenar las fórmulas sociales; se casa el dinero con el dinero. He ahí el motivo de la degeneración actual, y obligación es de los que saben, incitar una corriente de propaganda en pro de salvadoras ideas a este respecto.
He leído un trabajo sumamente interesante ante el Congreso Internacional de Higiene y Demografía celebrado en Berlín en 1907, sobre la disminución rápida de la población en Francia, en que el autor quiere descubrir causas por todas partes, sin que se le ocurra la verdadera, es decir, el relajamiento de los placeres sexuales. En Francia, donde el refutamiento por conseguir goces ha llegado a un grado tal, que la misma naturaleza se revela, hace que ya no haya hijos; y ese pueblo que lucía en su Metrópoli el nombre cerebro del mundo será el prostíbulo, si el vértigo del relajamiento y la perversión sexual no se detiene. No quiere decir esto que sea aquel el único factor que atrae este resultado. En Francia los matrimonios, generalmente, no quieren tener hijos, y procuran, por todos los medios artificiales, no concebirlos. A diario acuden a nuestros estudios médicos, ciertos enfermos, cuyo aspecto fuerte y robusto nos lleva a falsas conclusiones. Los creemos completamente sanos y el mismo examen clínico nos confirma la opinión de que este paciente no debía haber venido hacia nosotros; y, sin embargo, estas personas están muy enfermas, sufren lo indecible y la mayor parte de los médicos las declaran incurables. Eso hacen los honrados. los explotadores, los traficantes de la medicina, suelen recetarles tónicos, unas veces también sedantes, las otras afrodisíacos, aunque casi todos ellos, en su fuero interno, están completamente convencidos de que todo es inútil, que todo sale sobrando. Los enfermos a que me refiero, son los que sufren de neurastenia sexual. Son hombres que sienten deseos como los demás, ansias de efectuar el connubio. Tienen erecciones normales; pero, en el mismo momento del acto, fracasan; les basta aproximarse a la hembra para que la erección ceda en absoluto, quedando naturalmente con un estado nervioso, con una desesperación espantosa y terrible. Esta enfermedad puede durar años. No es, como se cree muchas veces, consecuencia de abusos, ni tiene ninguna causa inmediata. Se podría decir que viene esta enfermedad por que sí. El médico que no estudia el parapsiquismo, es incapaz de comprender este estado patológico y mucho menos de darle un tratamiento adecuado. La corriente nerviosa en el ser masculino, es una electricidad positiva. Eso, en primer lugar. Y, en segundo, en una proporción necesaria, es un magnetismo negativo; el uno representa la materia en nosotros, y la otra, la materia del arcano mater. Casos iguales pasan en muchas mujeres de temperamento ardiente. Sienten ansias de unirse con un hombre; pero, en el momento de llegar al hecho, sienten una sensación de repugnancia y lo rechazan, dejando al hombre desconcertado. Es que en la intimidad de nuestro ser tenemos que ser algo hermafroditas; hemos de tener algo de hombre y algo también de mujer en proporción normal. Cuando hay desproporciones, se da origen a esta enfermedad que describo. Se ha tratado de curar este mal mediante el hipnotismo, y, en algunas veces, con resultado halagador, pero en la mayoría resulta impracticable, porque es muy difícil lograr un sueño hipnótico en estas pacientes. Para esto, solo hay un recurso único absolutamente eficaz, pero que al mismo tiempo es una gran clave de la magia sexual.
Dado el estado actual de la sociedad, por consideración a los lectores armados de falso pudor, y para esta vez valerme del método de la escuela oficial, daré la receta en latín, que consiste en una suave inmissio membri virilis in vaginam sine ejaculatio seminis. Esto no solamente es un remedio seguro para esta enfermedad, sino que también es un remedio para muchos otros males y a veces el secreto para armonizar los matrimonios, que hace desaparecer las rencillas, del lugar, como por encanto. Probadlo. La posición descrita puede durar una hora y se sentirá una sensación de bienestar inefable. Pecho contra pecho, los dos plexos solares en inmediato contacto, todos los centros astrales sobrepuestos, permiten un intercambio para establecer una justa androginidad. Me cuesta trabajo contenerme. Quisiera escribir mucho más sobre esto. pero es... prohibido para el iniciado... Estas cosas se pueden tratar de persona a persona, pero no aquí. Hay todavía un asunto que debo mencionar y que interesa a todos los hombres. Cuando se ha llevado el exceso sexual, y esto sucede con frecuencia, al máximo, viene la reacción consiguiente, que llamamos impotencia. Esta impotencia es diferente de la que dije antes. La medicina moderna, que ha degenerado en un repugnante comercio, anuncia con grandes caracteres la curación de este mal y emplea los llamados afrodisíacos. Yohimbina, Fosfuro de zinc, estricnina, cantárida, mirra, asafétida, gálvano, azafrán, etcétera. Estas sustancias atacan directamente al sistema nervioso y al cerebro, agotan las facultades intelectuales y acortan la vida. ¡Desgraciados, infelices, los que caen en manos de profesionales sin conciencia, que os someten por este medio a un suicidio paulatino! Es evidente que la impotencia es una enfermedad como otra cualquiera, y, al no curarla, no solo los órganos genitales se pueden atrofiar, sino que la preocupación constante de un hombre que ha perdido sus facultades genésicas, acarrea la neurastenia. Pero con los productos artificiales de la quimioterapia, resulta muchas veces el remedio peor que la enfermedad. ¿Qué hacer? Ocurrir a la madre naturaleza, buscar los medios naturales, los agentes físicos para conseguir el alivio. La fisio y la psicoterapia provocan curaciones maravillosas en estos casos En las altas llanuras del Asia Central, el almizclero hembra, en la época de celo (meses de Mayo y Junio), percibe a centenares de leguas el olor característico del macho, emanado de un producto que todos conocemos y que es pagado a precios exorbitantes. En la nariz del animal aludido, se encuentran los ramos nerviosos que provocan esa secreción amorosa que preside a las funciones genitales. Cuando vemos a los toros u otros animales oler antes de verificar el acto, es que se cargan de unas emanaciones vitales que salen de la hembra, que les dan ánimo y potencia sexual. Sabemos que la perfumería barata, solo inspira repugnancia, sobre todo a las mujeres del gran mundo. Acontece lo contrario con los perfumes finos, cuya base es el almizcle, el ámbar gris, el cipeto, etcétera, y que son de uso íntimo; no tienen otro objeto, para las mujeres, que provocar al hombre, pues les trae la sensación genital por medio del órgano del olfato y estimula esa fuerza misteriosa en que reside el poder genésico de todo lo creado. La fisioterapia consigue la curación de la impotencia de una manera segura, siempre que no haya ya lesión material del sistema nervioso, ni del órgano sexual. Malherbe es el inventor de un método curativo, el cual consiste en excitar los puntos genitales de la nariz. Conocemos todos la suma de conocimientos del gran fisiologista americano Brown-Sequard, cuyo sistema de curación fue tratado de inmortal por espíritus timoratos, que se alejaban de la realidad de la vida, y consiste en excitar el aparato sexual, sin llegar a consumar el acto, y así trata de tonificar el cerebro. Este sabio no fue ocultista, pero intuitivamente se acercó a un gran secreto. Excitar el aparato, para producir semen y no derramarlo, sino obligarlo a que se asimile, es nutrir el sistema nervioso y prolongar la vida en general. Se puede decir: “El semen se cerebriza, y, excitando el cerebro, éste se seminiza”. Pero es menester saberlo hacer; llevarlo al extremo, es de lo más peligroso. Así como se hace la transmisión por las ondas hertzianas; así como por la telepatía se pueden comunicar los pensamientos a otros, las manifestaciones de un ser bello y sano, pasan a otro, falto de estas cualidades. He ahí un secreto de cómo podréis llegar a la salud, a la belleza y a los poderes deseados. El deseo refrenado hará transmitir el líquido astral hacia vuestra glándula pineal, y, si repetís ese ejercicio por largo tiempo, os haréis hombres-dioses. Si al contrario, gastáis impunemente esas fuerzas en holocausto de la materia, os acercáis al animal, falto de voluntad y de razón. Al principio, se siente el deseo, la admiración provoca la pasión, pero poco a poco os convertís en acumuladores inconscientes y tendréis salud, poder, belleza, inteligencia.
La Biblia enseña al hombre el camino de todas las conquistas, por ese decreto: “No fornicarás”. Me viene un tropel de ideas, reminiscencias de mis estudios sobre magia sexual, pero no me atrevo a escribirlas, por temor de dar armas a manos que no conocen su manejo o por no ser comprendido. Entiendo que son ideas demasiado avanzadas, que no todos son aptos para digerirlas. Los esposos quedan unidos a sus hijos por toda la vida, bases fluidicas, y por ellas les trasmiten constantemente su salud, su saber y su voluntad; si gastan sus energías en placeres inmoderados, no tendrán que transmitirles a los que dieron el ser. Sus hijos serán tontos y enfermos, por culpa del egoísmo de sus padres, que solo deseaban gozar. Igual pasa con los esposos entre sí; gastan y pierden las fuerzas físicas y mentales, y, cuando los necesitan para el éxito de sus negocios, fracasan. El éxito de nuestras empresas, sean cuales fueren, depende de nuestras fuerzas mentales, y éstas a su vez del desgaste de nuestra potencial genital. De manera que “No fornicarás” quiere decir: Sin abandonar los órganos sexuales, para que no se atrofien, no abuséis de ellos, para no perder el poder material ni mental. No lo hagáis con un ser que no haya sido o no sea siempre de vosotros, porque esas fuerzas son esencialmente individuales. Si se mezcla el fluido con el de otro, con un antecesor, recibiréis la influencia de todos sus males, es el vehículo donde se transmite su desgracia, su mala suerte. El mago al principio de su iniciación puede querer, pero solo una vez y cultivar ese amor. Si sabe el secreto íntimo puede cortar las malas vibraciones anteriores y amar de nuevo sin perjudicarse. Pero ¡son tan raros los que saben ese secreto! Menos los profanos, para ellos, todo el éxito, todo su bienestar depende del cumplimiento de ese mandamiento: “No fornicarás”, que no exige abstinencia absoluta, pero no permite la fornicación material. Para el abusador, para el pasional, no hay poderes posibles. Nuevas encarnaciones tendrán que purificarlo. La iniciación avanzada nos lleva a un estado de sentir todos los goces del amor, sin contacto. Entonces comienza la verdadera introducción de la alta magia; entonces nos elevamos a semidioses. Al principio basta con una abstinencia de cuarenta días al año; son los cuarenta días que Cristo se recluyó en la montaña y fue provocado por Satán, que no fue un ser personal, sino la excitación de sus sentidos sexuales. En el resto del año, solo debía buscarse la satisfacción por necesidad, los días viernes, pues ese día preside el planeta Venus, y éste, como nos enseñan los astrólogos, preside el amor. En los demás días hace, más bien, mayor daño, ese contacto carnal. El presente problema, desde cualquier punto de vista que se tome, es tan complicado, tan arduo, que ha sido muy poco estudiado, y menos dado a la publicidad por los ocultistas. Existe, sin embargo, una sociedad secreta, rama de los Rosa-Cruz: “Los Hermanos Herméticos de Luxor”, que reparten entre sus afiliados manuscritos que contienen grandes secretos y por los cuales se obtienen misteriosos poderes Como no es dado divulgar lo que yo he podido saber de estos secretos; por razones de higiene, y para indicar a los estudiantes del ocultismo un camino de alta trascendencia, donde deben inquirir, creo no hacer mal dando las primeras ideas para desarrollarlas poco a poco. ¡Hoy, solo, meditar! El amor como impulsador del acto material y como fuerza creatriz de todo lo existente, es la clave del éxito, de la vida material e intelectual, es la llave con la cual el hombre puede entrar al anfiteatro de la ciencia trascendental y elevarse al plano divino. ¿Queréis espiritualizaros? ¿Queréis poderes? ¿Queréis salud, belleza, talento...? Escuchad a los iniciados que escribieron en la Biblia: “No fornicarás”.
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Extraído de la Novela Rosacruz del Dr Krum Heller (Maestro Huiracocha)