Metafísica Práctica 3
DISCIPLINA - B 5ª LECCION
GUIA INTERNO
Existe algo interno en toda criatura humana que parece dar forma a su destino. Algunas veces la actuación de esta fuerza es agradable y otras desagradable. Así es que algunas veces el hombre se siente perplejo y perturbado sin saber qué hacer o qué resolución tomar. Naturalmente, esta condición de incertidumbre torna la vida muy pesada para muchos, puesto que un día atinamos y va todo bien y en cambio en otros todo no es más que una sucesión de desatinos y faltas.
Es una vida muy miserable y parece que debería haber un guía infalible, un timonel seguro en el que podamos confiar para que nos conduzca siempre a un puerto seguro de vida.
Si se estudia debidamente este curso, la verdad se desvelará al estudiante sincero, paciente y perseverante, y descubrirá y verá que, efectivamente, hay una mano invisible, un Guía Interno en cada individuo que está siempre pronto para trabajar para el propio bien o mejoramiento del mismo.
No es éste un Guía o Poder arbitrario que hace o forma los acontecimientos a su capricho, sino que es el Bien Omnipotente, que siempre está pronto a estimular para la perfección. Porque –sábelo o no, acéptalo o no– la perfección es la meta de todo ser.
Si hay, no obstante, una fuerza interna que nos guía en todos nuestros asuntos, ¿qué nos resta, entonces, hacer, o cómo proceder para no estorbar este guía? Simplemente, observando la actitud mental apropiada es como cooperamos con la Ley Divina. Se acorta así el camino para la meta. Una actitud contraria nos acarreará experiencias desagradables. El hombre debe vivir en armonía con la Ley Divina, de lo contrario sufrirá falta tras falta hasta que aprenda la lección.
Nótese esto: Algunas veces, de tal manera se confunde el poder de la fe, que todo dejamos a ésta, desanimando en nuestros esfuerzos y observando una actitud pasiva, negligente y negativa. Estos se convierten en esponjas que absorben tanto buenas como malas influencias en su alma o consciencia, y generalmente degeneran en la pereza o negligencia.
Por otro lado, nótese también que otros, creyendo que todo pueden hacer y conseguir a costa de esfuerzos propios, inyectan actividad y vigor a sus empresas hasta cansar su mente consciente. Caen éstos en la condición de un barco que, sin timonel, danza a la merced de las olas, pues como la mente consciente no es receptora directa de los conocimientos de la sabiduría proveniente de la Mente Universal o Dios, no tiene poder absoluto para guiar al hombre hacia el éxito.
Ninguna de estas dos condiciones anteriores es la apropiada. El hombre no puede hacer las cosas solamente con la mente consciente, ni tampoco dejar al poder interno o a la fe que haga todo por él.
Nuestra actividad mental con respecto a la ley y al principio que operan en nuestra vida, nuestro ambiente y circunstancias, es lo que hace de nosotros un canal y medio de expresión de la Sabiduría Divina. Con nuestro modo de pensar es como nos hacemos el instrumento que somos para la manifestación de ese principio.
Solamente atraemos hacia nuestra vida aquellas experiencias que están en el mismo plano mental en que actuamos. Por eso debemos desenvolver nuestra mente consciente hasta su máxima capacidad para ser usada en beneficio propio, y aunque sea cierto que el entendimiento y la sabiduría son dotes espirituales, no obstante, se pueden adquirir también por medio de la cuidadosa aplicación del intelecto a los problemas de la vida. El intelecto corresponde a la mente consciente, mas es una preciosa dádiva de Dios, una joya de las escogidas.
Nuestro Guía Divino, piloto de nuestro barco sobre las aguas de la vida, no es inflexible, ni su trabajo está trazado fijamente, sino que, conforme elevamos o regeneramos nuestra consciencia o alma –lo que se consigue mediante un modo constructivo de pensar–, nuestro piloto, al mismo tiempo, puede llevar y de hecho lleva nuestro pequeño barco por aguas más quietas, amplias y profundas y, naturalmente, por donde hay menos aglomeración de pequeñas embarcaciones.
Una vez cumplida fielmente nuestra parte, al observar la actitud mental apropiada debemos despreocuparnos y aceptar en nuestro fuero íntimo que somos guiados por nuestro Guía Divino. Si algo ocurre que nos haga perder aquellos planes y proyectos que habíamos preparado cuidadosamente, en lugar de enfadarnos, de resistir, nuestra actitud debe ser la de un quieto reconocimiento y serena aceptación de nuestra equivocación.
Ni el más agudo intelecto puede ver más allá del velo que cubre el mundo llamado invisible, de los planos arquetipos, donde el futuro esta en embrión. Por eso no debemos contrarrestar los acontecimientos, sino cooperar, obedecer y ejecutar los dictados que se nos revelen.
Después, la actitud mental apropiada consiste en usar con diligencia y actividad todas nuestras facultades, haciendo nuestros trabajos, o al menos parte de ellos lo mejor posible. Una vez hecho esto, dejaremos los resultados en manos del Guía Interno, guardando la firme convicción de que todo correrá bien, sin importarnos las apariencias, deslizará suavemente, sin obstáculos, y, con el tiempo, todas las circunstancias externas se armonizarán y un nuevo y perfumado ambiente nos envolverá.
Jesús dice: "Padre, te doy gracias porque me oíste, Yo sé que tú siempre me oyes". Sí, el Padre siempre nos oye, algunas veces, no obstante, también como a Jesús en el Huerto de Getsemaní, la taza de la amargura no nos es alejada, sino que tenemos que sublimarla hasta lo máximo.
Yo soy el instrumento de mi propio bien. El bien es mío, y todo bien es para mí. Todo éxito, regocijo, toda paz, armonía y alegría son míos y para mí.
Todo eso me viene de lo invisible, son parte de la substancia invisible, y yo soy el canal o instrumento para que se manifieste a través de mí en mi vida.
Mi actitud mental decidirá si el canal está abierto o cerrado. Si pienso constructivamente, con optimismo, el conducto estará abierto. Si pienso destructivamente, inmoralmente, con pesimismo, el conducto permanecerá cerrado y la Substancia Divina no me podrá utilizar para sus múltiples manifestaciones.
Por eso, si algo me ocurre, que mi mente consciente me avise que hay dificultad o peligro, mi actitud mental deberá merecer mi primera atención. En vez de acobardarme, inquietarme o mortificarme, será ésta una oportunidad para guardar compostura, serenidad y calma para que la Sabiduría Divina se revele en mi consciencia y, con el tiempo, sabré resolver mis problemas satisfactoriamente.
Cuando siento en mi consciencia, en mi alma, que yo soy parte del bien que anhelo, aún cuando las apariencias indiquen que no se verificará lo que deseo; si mantengo la actitud mental que eso es para mí, que se está verificando para mí, permaneciendo yo sereno, en armoniosa quietud mental, entonces abro él conducto y la Sabiduría se expresará en mí en la forma de mi anhelo.
Nada hay fuera o apartado de nosotros que sea lo que nos guía, sino el Divino dentro de nosotros lo que, cuando lo conocemos y aceptamos en consciencia, nos conducirá en línea recta hacia nuestra meta.
Se requiere tiempo y paciencia para llegar a la altura de poder el individuo sostenerse firme y sereno delante de la adversidad aparente y entregarse a la dirección del Guía Interno de Sabiduría que jamás se equivoca. Conforme, no obstante, se va desenvolviendo en estos estudios, va adquiriendo ese poder de sobreponerse a las apariencias adversas.
Para cultivar el hábito de reconocer este Guía Interno, debemos atribuir a él todo los pequeños detalles favorables de nuestra vida diaria. Si podemos imprimir y sentir en el alma que todo camina bien en lo que diariamente parece insignificante en la vida rutinaria, eso nos fortificará y preparará para los momentos más difíciles que vengan.
Para observar la debida actitud mental en los casos desesperados hay que saber aquietar el cuerpo. Las condiciones discordantes generalmente se reflejan en los movimientos del cuerpo. En una situación embarazosa, unos andan de un lado a otro cavilosos, otros aprietan las manos, otros fruncen el ceño, se estiran el cabello, y así se puede reconocer por éstos y otros movimientos la inquietud de muchas personas.
Lo más indicado en estos casos es relajar las manos. Casi siempre que fijes tu atención en tus manos has de encontrarlas tensas. Tus manos forman o están hechas para dar y recibir, y si las mantienes endurecidas no podrán dar ni recibir. Cada vez que recordares, donde quiera que estés, relaja tus manos y verás qué efecto tan agradable de bienestar invadirá tu ser con la repetición de esta práctica. Haz de esta práctica una costumbre y, al pedir, puede que este Guía Divino Interno sea el que te conduzca en todos tus asuntos hacia el bien y la justicia.
REPITE LA PRACTICA DEL SILENCIO.
6ª LECCION
INSPIRACION
Los problemas de la vida son muy variados y algunas veces nos enfrentamos con algunos que son difíciles de resolver. Muchas veces el sufrimiento y la ansiedad para resolver un problema nos causan una perturbación mental que solamente agrava más la situación. Esa perturbación nos agota hasta tal punto que llegamos a temer por el futuro y a ver en él un oscuro maremagnum.
Todos nuestros esfuerzos y planes para salir de ese apuro reposan y son tejidos en torno a la mente consciente. Acariciamos ideas salvadoras, urdimos planes, sistemas y métodos, todo eso, no obstante, da solamente resultados erróneos y falsos, porque en toda condición, juntamente con el ambiente y las circunstancias, existe también una condición anímica y es por eso que la solución de cualquier problema ESTA EN EL ALMA.
Muchos dicen: "Si no fuera por eso, yo haría aquello". No es la condición que acusan lo que les impide realizar sus deseos, sino que lo que les estorba es algo que llevan dentro de sí mismos. La condición o circunstancia no es más que un mero incidente propio de la vida –es tan solamente un resultado. Entretanto, lo que en verdad interfiere, yace dentro de ti mismo.
Existe un sentir en tu alma, aunque pueda suceder que no tengas consciencia de ello, y lo que se interpone entre tú y la realización de un objetivo es que no comprendiste ni desenvolviste en tu alma los fundamentos principales, los cuales comprendidos y activados alejan cualquier condición o circunstancia que estorbe.
Jesús extrajo la verdad cuando dijo: "Buscad primero el Reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura". Metafísicamente toda la Vida Divina está dentro de ti, y si comprendieses, si te volvieses consciente de que tú eres esa vida y que ésa es la fuerza que se mueve a través de todas las cosas, entonces dejarías de afligirte por las condiciones externas y comprenderías que lo más importante para resolver tus problemas es mantenerte tranquilo y armonioso. Al mantenerte traquilo y armonioso, no tendrás temor, estarás sereno, sin aflicción, en paz y calma. Este estado es la unión con el Reino de los Cielos que está dentro de ti y que te ayudará a resolver tus problemas.
Si pudieras establecer en ti, dentro de ti, dentro de tu ser, el conocimiento de que eres Uno con la Fuente Universal, estarías libre para pensar y trabajar lo mejor que puedas. Esta es la cooperación que debemos prestar a la Inteligencia Infinita para que nos ayude a resolver nuestros problemas.
Un medio muy simple y práctico para provocar la cooperación de la Inteligencia Divina es imaginar plásticamente el resultado que queremos obtener; por ejemplo, si estás enfermo debes imaginarte fuerte, vigoroso y lleno de salud. Esto es idealizar. Si no destruyes tu idea con otra contraria o con la duda y si repites esas imágenes, el resultado será que te tornarás sano y robusto.
Así puedes idealizar otras condiciones, no obstante cuida de que no perjudiquen a terceros.
La visualización exige repetición, en cambio la unidad con la Fuente Infinita, es decir, con Dios, que ese conocimiento o sentir de Ser Uno con el Todo, no necesita repetición; mas deséese, siéntase, pídase, una vez y vendrá lo mejor para cada uno. Los problemas deben resolverse por sí mismos, y eso se consigue viviendo en armonía con los principios fundamentales de la Metafísica.
Tú puedes tener una obligación o compromiso que cumplir en determinada fecha y, en tu opinión, te es imposible satisfacerlo. Eso es un verdadero problema, no obstante, por más que te apures y mortifiques, no alterarás la situación sino de mal en peor.
Al contrario, en esos casos existe algo mejor que podrías hacer. Puedes sentarte en silencio. Eso modifica tus vibraciones. También modificas tus vibraciones de molestia dedicando tu atención y tus energías a un trabajo físico.
La condición de agitación y preocupación produce una vibración de cierta velocidad en tu sistema Simpático, por eso al practicar un ejercicio físico más o menos fatigante, la sangre circula más deprisa, lo que cambia la velocidad vibratoria. Desapareciendo la que produce la depresión de espíritu y la mala impresión o sensación.
No olvides, en todo caso, que debes mantener tu actitud mental de acuerdo. El hecho de que no vieres realizar tus anhelos como lo desea tu mente consciente, no es razón para que dudes. La respuesta vendrá y serás guiado de alguna manera hacia la resolución de dicho problema.
Si te pudieras tornar consciente de esa verdad que el Reino de Dios está dentro de ti, tus problemas se resolverían correctamente.
Este método tal vez exija mucho de tu fe, no obstante vale la pena cumplir con esa demanda de fe. Una vez que hayas sobrepasado la prueba y hayas mostrado una justa medida de tu fe, te será siempre más fácil avanzar cada vez más. Después llegará el día en que no te preocuparás o afligirás más con los compromisos. La mala impresión o sensación que estos causan habrá desaparecido para ti.
Yo sé que la prueba es dura y que muchos son los vencidos por la duda y por los prejuicios, no obstante, si pudieras ver claro, aunque fuera por un momento, descubrirías que tu vida no depende de tu trabajo, ni de tu posición, ni de tu valor económico. El mundo está lleno de casas y empleos, y en cuanto te mantuvieres fiel a lo que crees justo y bueno y lo sientas así en tu alma, entonces, resulte lo que resulte, será siempre un buen resultado, porque te habrás unificado con la Substancia Universal de donde provienen todas las cosas para su manifestación.
El objeto de los ejercicios diarios de Silencio es el de llevarte al conocimiento de esa verdad y reintegrarte en la Fuente Divina.
Este estado o condición de consciencia de sentirnos Uno con el Universo, con todo lo que existe, con Dios, es la mayor y la más hermosa riqueza que podemos atesorar. Son éstos los tesoros de que Jesús nos habla y que debemos atesorar en el Cielo –la Unidad con Dios– donde la herrumbre no podrá atacarlo ni los ladrones robarlo. Esta condición excelsa del alma es un legado que te conducirá por la vida sin tribulaciones, molestias o preocupaciones.
Entra en silencio, y siéntate confortablemente en un lugar donde no te perturben. Cruza tus pies y entrelaza tus manos. Equilibra tu cabeza de modo que no haya tensión en los músculos del cuello y comienza la práctica del relajamiento.
Procura pensar todos los días sobre la maravilla de la Creación. Observa la vida en todas sus variadas manifestaciones. Mira el cielo estrellado y piensa en la vida que hay en todos los mundos.
Cúantos seres, qué diversidad de seres nos rodean, y cuántos de ellos invisibles a nuestros ojos. Piensa, medita sobre todas estas maravillas y, cuando te sientas penetrar en la profundidad de estas meditaciones, concentra la luz de tu inspiración sobre tu propio ser, sobre ti mismo, y contémplate, mira tu propio ser como una parte inseparable de todo ese conjunto divinamente maravilloso, infinito y eterno.
Considera que todos los hombres son, como tú, parte inseparable e importante también de ese mismo conjunto, y que tú y todos tienen que trabajar en armonía, porque todos somos Uno con el Todo, y porque solamente así, sintiendo esta hermosa unidad con nuestros semejantes, trillaremos el camino más corto para la perfección.
Retírate de las multitudes de vez en cuando, anda a la floresta o al campo y ponte a pensar sobre estas cosas.
La inmensa mayoría de la gente se lanza en los brazos febriles de la vorágine de la vida, del trabajo, del placer y del vicio, olvidado el objetivo de la vida, y pocos son los que, enfrentándose valientemente a la disolución de la humanidad, la salvan de caer en el abismo y de disiparse en un espantoso caos, y con ella todo el planeta Tierra.
Repasa también, de vez en cuando, las lecciones anteriores. Eso, allende de servirte de estimulante, te hará comprender mejor muchas cosas. Cada vez qué las leyeres, cobrarás nuevos ánimos y más firmeza para arar la senda.
7ª LECCIÓN
DIVINA LUZ
Dios, la Mente Divina, ayuda correspondiendo a nuestros esfuerzos, esto es, como dice el conocido dicho: "Ayúdate, que Dios te ayudará". No obstante el obstáculo mayor que se antepone a nuestro mejoramiento general es esa apatía, esa indiferencia, ese sentir interno o sentimiento que se traduce en un "yo no sé", un "yo no puedo", o un "yo no quiero". Cuántas veces nos enfrentamos con los problemas de la vida y como única solución hacemos un encogimiento de hombros y un "yo no puedo" o "yo no sé"…..
Es necesario saber cómo desarraigar esas frases de nuestro subconsciente y eliminarlas completamente de nuestro vocabulario. Esto y muchas otras cosas es lo que vamos a lograr con estos estudios para poder decir y sentirlo, cuando digamos: "Yo soy", "yo puedo", "yo quiero". Entonces la vida tomará otro aspecto, otro colorido más vivo, que nos traerá bienestar y paz mental. Vamos para allá.
No obstante, tampoco queramos ayudarnos tanto que echemos la cosa a perder. No. La primera cosa que hay que hacer es sentir en nuestro interior una plena confianza en que un determinado problema se resolverá favorablemente, viendo el problema con calma y hasta con cierta indiferencia. Las cosas se irán sucediendo y ajustando de tal manera que hasta parecerá que el problema se resuelve por sí mismo. Hay que aprender que cuando no tenemos demasiada ansia en la solución de un problema o dificultad, esos se simplifican.
En el interior del hombre hay luz. Un ministro o sacerdote le llama Espíritu Santo; un metafísico u ocultista le da el nombre de Substancia Cristónica, y un psicólogo la llamará intuición, no obstante todo esto no es más que una y la misma cosa.
Esta substancia del Cristo o Consciencia Cristónica puede objetivarse en forma de luz y esta luz puede ser vista con el ojo interno, con la mente. Esto quiere decir San Mateo, cuando dice: "Si tu ojo fuera sincero, todo tu cuerpo sería luminoso", y Juan: Aquella era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo".
A través de la historia del mundo, la luz del sol, la luna y las estrellas fue representada como símbolo del conocimiento o inteligencia espiritual. Mas la luz a la que Jesús y otros grandes Maestros hacen referencia es esa Luz interna y de naturaleza espiritual. Esa luz que está en el hombre y brota como una influencia o sensación que emana de las profundidades de su naturaleza espiritual. Este profundo sentimiento espiritual, purificado por un continuo pensar recto y constructivo, pude ser objetivado como luz, que se puede ver en cualquier momento con los ojos cerrados. El color de esta luz depende del desenvolvimiento espiritual del individuo (véase "El tatwámetro o las vibraciones del éter", Dr. Krumm-Heller, Editorial Kier). La manifestación más elevada es la de esa substancia de Cristo, objetivada como una luz blanca inmaculada. Cuando el hombre es capaz de activar esta luz blanca, envolviéndose en ella, puede hacer curaciones maravillosas en sí mismo y en los demás.
Objetivar y hacer que se vea el subjetivo, el invisible. La objetivación de la luz no es un misterio, como no lo es la del pensamiento cuyos efectos pueden verse con el ojo material. Todo lo que podemos ver con los ojos físicos no son sino pensamientos objetivados.
La más elevada o sutil vibración, que es lo que llamarnos Espíritu Divino, no puede objetivarse a tal grado que se haga visible a los ojos materiales, o perceptible a cualquiera de los cinco sentidos físicos; no obstante, se puede objetivar en las profundidades del ser, en el plano espiritual y, en este plano, verse con los ojos cerrados. Esta y muchas otras cosas son completamente invisibles a nuestros ojos materiales.
Por eso la luz interna que puede ser objetivada con los ojos cerrados es lo Divino en nosotros. Muchas veces podemos ver esta luz con el "rabillo del ojo" como pequeñas chispas. También puede aparecer como una iluminación delante de nuestros ojos cuando nos sentamos en un cuarto oscuro con los ojos cerrados. Otras veces podemos verla como una bola de luz intensamente radiante.
Si entras en un cuarto oscuro, con el propósito de allí procurar algo, la primera cosa que haces es encender una luz para distinguir los varios objetos y encontrar lo que buscas. Lo mismo debes hacer cuando tengas que resolver un problema. En tu interior hay una luz. Esa luz es iluminación espiritual de la más alta densidad, representante de la Sabiduría Divina. Para que se te revele la solución debes encender tu luz interna y lo conseguirás cerrando las puertas de tu mente y entrando en el silencio. Ahí se te revelará la solución y sabrás qué es lo que debes hacer.
Para explicarte cómo puedes tú lograr ese estado de consciencia debo decirte que jamás digas" "Yo no puedo", "yo no sé", porque eso es una falsedad puesto que en ti está la Sabiduría Divina, aun cuando no lo sepas o sientas, y si continuas con la repetición de esas palabras negativas o indolentes nunca obtendrás la manifestación de esa Divinidad en ti. Substituye todo esto por "yo soy", "yo quiero", "yo puedo", y el éxito será tuyo.
El desenvolvimiento de la facultad por medio de la cual conocerás intuitivamente la solución a cualquier problema viene más por la fuerza del querer que del saber. Por eso, tus métodos, sean cuales fueran, deberán antes ser de desenvolvimiento o crecimiento práctico que de estudio o aprendizaje. Hay una gran diferencia entre estos dos medios de adquirir conocimientos. Uno es el estudio, la teoría; otro es la práctica, la experiencia. Como, por medio del estudio progresivo sólo aplicaríamos la mente consciente u objetiva en la solución de un problema, gastaríamos mucho tiempo y energías inútilmente, porque los problemas de la vida no deben resolverse de esta manera.
La correcta solución de un problema está dentro de nosotros mismos, y se consigue con facilidad enfocando ahí la Divina Sabiduría, asegurándonos: "Yo sé, yo puedo, yo quiero, porque en mí está la luz que me guía".
Para desenvolver la facultad que te ayudará a despertar la sabiduría interna debes antes aprender a permanecer reposado física y mentalmente. La solución se revela de distintos modos cuando estás en completo reposo. Quizás, veas la cosa mentalmente. Tal vez la visualices, veas su forma, o como una fotografía detallada pasando por tu vista mental. No pienses mucho en ver los detalles por ahí en el espacio, sino espera quietamente y la revelación aparecerá como por el horizonte. Si no aparece así, entonces tal vez vendrá como pensamiento o por una voz que te la indique. No una voz, sin embargo, que oirás con los oídos materiales, sino con una voz interna, que te dirá con precisión lo que debes hacer. Puede, aún, aparecer como un símbolo. Cuando así sucede, estúdialo, aún cuando parezca no tener relación con lo que debería ser la respuesta o solución, mas al final te inducirá al problema.
Puede, también, la respuesta no venir cuando estés en el Silencio. Si esto sucede, no te desanimes, pues muchas veces viene mucho después, cuando menos se piensa. En tal caso, debe la persona retirarse contenta del silencio y no preocuparse con la respuesta, confiando en que ella vendrá a su debido tiempo. Este es otro modo de operar de la ley de "no resistencia".
Como ahora conocerás de memoria la rutina de la práctica del silencio, no la repetiremos, usando este espacio para otras explicaciones. Así, pues, entra en el Silencio, siéntate cómodamente, cruza tus pies y entrelaza tus manos. Prosigue con las órdenes de relajamiento y no olvides la afirmación: "No hay sino una Mente, una Ley, un Principio, una Substancia Universal, y Yo soy uno con todo lo que existe".
Después de esta afirmación, ya sabes que puedes pedir, como en oración, lo que quieras.
Mensaje de salud
¿Qué es mente?
Meditación para el silencio
"Oh Tú, deidad inefable y gloriosa,
eres mi padre y mi madre.
Voy a Ti para aprender.
Revélame en estos momentos de silencio:
Tu presencia, el poder que vive en mí".
La mente es el pensador. La mente es el principio protagonista en todos los actos del Universo. Mente es ese algo, único, que es consciente de sí mismo, de sus actos y movimientos. La Mente es el Creador. La mente es la substancia base de donde todas las cosas son creadas por su propia acción sobre sí misma. Es imponderable, imperecedera, indestructible e inmutable. Está presente donde quiera; sabe todo, es todo poder, todo amor y toda inteligencia.
Es el yo que constantemente usamos en nuestra conversación. Significa individualidad espiritual. Es originalidad, es lo que está detrás de todo y el principio de todas las cosas. Es el manifestador de toda manifestación. MENTE son unas líneas de fuerza que la ciencia encuentra en nuestras partículas de materia más allá o menores que el electrón. DIOS o MENTE UNIVERSAL.
8ª LECCION
PODERES INVISIBLES Y SU INFLUENCIA
La influencia y la importancia de las fuerzas invisibles con relación a nuestra vida son absolutamente incomprensibles para el hombre. Los llamados científicos y prácticos se ríen de los que se dedican al estudio y al conocimiento de estas cosas que están más allá del ojo escéptico y analítico, las cuales no se pueden ver ni analizar; miran todo eso con desprecio, porque no quieren recurrir a otros medios, como los que nos impregnamos para comprender estas cosas invisibles. Lo subjetivo es para ellos algo de mucha especulación. Mas, en realidad, ninguno de ellos comprende absolutamente fuerza alguna, lo más que pueden ver son sus efectos o manifestaciones.
Lo que antaño se consideraba sobrenatural, es hoy aceptado perfectamente como natural. No obstante esas fuerzas continúan hoy tan inexplicables como entonces para la mayoría de los hombres. La actividad de la electricidad fue aceptada hace muchos años, pero solamente desde hace poco tiempo el hombre ha empezado a dominarla y a servirse de ella en su beneficio. El hombre antiguamente miraba esa fuerza con pavor, puesto que derribaba al poderoso árbol, reduciéndolo a pedazos, y rompía la piedra en su acentuado acantilado, no obstante a ese pavor se sobreponía una esperanza; dominar esa fuerza y conducirla por un canal y aprovecharla en beneficio de la humanidad.
Y el sueño se tornó una realidad. El hombre hace progresos a pasos agigantados en su aspecto material con el aprovechamiento de esa fuerza. El hombre la acepta sin objetar; a pesar de todo, la electricidad no se puede ver ni comprender completamente. Continúa aún siendo una fuerza invisible.
Cosas maravillosas están sucediendo en nuestros días. Maravillosos descubrimientos e invenciones se suceden unas tras otras. Un hombre se aísla en un cuarto herméticamente cerrado y puede oír un programa musical efectuado a una distancia de millares de kilómetros. Diariamente podemos ver fotografías impresas e irradiadas de un continente a otro. Hace poco tiempo un señor de Washington, capital de los Estados Unidos, hizo una llamada por su teléfono y estuvo, no solamente hablando con su amigo en Nueva York, sino que lo podía ver y hasta sentir su presencia y su personalidad (la televisión). Grandes cosas en verdad. Sin embargo, ¿quién puede conocer verdaderamente el fenómeno que se opera y ver la fuerza que lo produce?
Cosas mucho mayores veremos aún, no obstante, para el hombre que medita, cada vez se torna más evidente que lo real de las cosas del universo está o tiene su asiento en el invisible. Y esas cosas que nos parecen tan reales no son más que la manifestación de lo que antes estuvo en el invisible. De esta esfera invisible de los arquetipos provienen esas cosas nuevas y maravillosas. Y el hombre llegó a la conclusión de que esas fuerzas, aparentemente malas, destructivas y maléficas, pueden ser utilizadas en provecho de la humanidad. Por ejemplo: la estática de la radio puede ser una tuerza que mañana o más tarde pueda ser conquistada por el hombre y aprovechada en alguna forma.
En cuanto la ciencia penetra en el terreno de lo invisible procurando conquistar las fuerzas invisibles (lo metafísico, lo ocultista) penetra en el reino místico con su visión interna y allí aprende sus secretos cuidadosamente guardados, que aprovecha en su propio desenvolvimiento espiritual, y con lo cual va elevando gradualmente el nivel de consciencia del género humano.
Lo científico está prestando un gran servicio en beneficio de la humanidad, sin embargo lo metafísico, lo que trabaja en el reino espiritual y en el reino de la mente, está prestando un servicio aún mayor. Porque lo metafísico, al investigar las fuerzas invisibles de la vida, que son las que tienen una influencia enorme sobre el carácter y la consciencia, eleva el entendimiento humano.
Lo científico reconoce el gran peligro que a cada paso ofrecen esas fuerzas invisibles, lo que exige una investigación inteligente y un manejo cuidadoso. Un ejemplo de estos peligros nos lo da la electricidad; el que no conoce sus leyes fácilmente pierde la vida provocando disturbios y desgracias simplemente por la mala aplicación y por el mal manejo de esas fuerzas.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que las condiciones adversas existentes en el mundo actual son precisamente el resultado de la mala aplicación, por parte del hombre, de las leyes espirituales y mentales, porque dentro del hombre hay una fuerza tremenda, un poder terrible, y la mayoría de los hombres usan constantemente ese poder, muchas veces sin saber que él existe en ellos. Y enseguida nos espantamos de vivir en las condiciones vergonzosas y desastrosas en que vivimos.
Cuanto más baja sea la evolución espiritual y mental, más insoportables serán las condiciones de la vida, porque esta fuerza interna del hombre se aplica en pensar mal, produciendo en ese caso solamente odio, ansiedad, mortificación, sensualidad, avaricia y cobardía. En verdad, muy pocos son aquellos que no están dominados por uno o por otro de estos defectos que, repito, no son más que la consecuencia de la facultad de pensar mal. De esos defectos o fuerzas destructivas, el miedo o cobardía es tan mortífero como la electricidad, robándole al hombre su virilidad y su intrepidez y encadenándole al fracaso, tomándose esclavo de peligros imaginarios.
El odio es como una bola que retorna sobre aquél que la tira. Es como una flecha envenenada que vuelve a clavarse en el pecho de quien la arroja. Se huye de un leproso, pero se abriga en el pecho una llaga cien veces más mortífera y más asquerosa que la lepra, que es ese sentimiento de ira y de odio contra nuestros semejantes.
A medida que los hombres se van iluminando con la lámpara de la razón y de la justicia, van liberando sus vidas de esas fuerzas destructivas. Con todo, esas fuerzas adversas de la fuerza que opera dentro de la vida del hombre no son reales en sí mismas, representan solamente la ausencia del bien constructivo; son, por así decir, abortos del Poder Divino que nosotros provocamos, porque ese Poder, si dejáramos que se expresase normalmente, solamente emanaría de nosotros como Amor.
El discípulo Juan expuso una clave de vida cuando dijo: "Aquél que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es Amor". Si Dios es Amor, entonces el Amor es Dios, y por Amor fueron creadas todas las cosas. El Amor es la fuerza más potente del Universo y cuando el hombre reconozca esa fuerza, que se registra en su mecanismo, tendrá puestos sus pies en la senda de la perfección. En esta gran fuerza que llamamos Amor existen tremendas posibilidades, no solamente para elevación espiritual del hombre, sino también para su mejoría material.
El Amor es la fuerza creadora que envuelve todo de dentro para afuera, de lo invisible a lo visible, y cuando tenga dominado el corazón del hombre, sus facultades creativas, de la mente y del cuerpo, serán despertadas y entonces la evolución del género humano caminará a pasos agigantados. Porque el amor, como es generalmente entendido, es un amor específico, esto es, un amor vital y hermoso, sin embargo el Amor puro es el Amor ideal, es el Amor tornado Universal. Ese Amor debe sentirse. Consiste en sentir amor, cariño y fraternidad por los hombres. Debemos esforzarnos para que el Amor sea una parte integrante de nuestra consciencia, de nuestra alma. Enseñándonos a sentir Amor por todas las criaturas que encontramos en nuestro camino, cultivando una consciencia de Amor que, con toda certeza, nos llevará automáticamente a amar hasta a nuestros enemigos. Si fuésemos llamados a prueba, deberíamos mostrar que sabemos amar a todo el mundo con nuestros sentimientos, porque de lo contrario a nadie engañaríamos sino a nosotros mismos.
El Amor es una gran fuerza curativa. En una congregación donde cada uno de los componentes esté altamente desenvuelto en la práctica de irradiar solamente vibraciones expresivas de Amor, solamente existiría armonía y paz, siendo desconocidas en ese medio las enfermedades y dificultades de cualquier especie.
En tanto que en el campo material un solo científico puede beneficiar a una multitud con su saber y sus descubrimientos, en el campo mental y espiritual no es así. En el campo de la mente y del espíritu cada uno debe perfeccionarse por su propio esfuerzo. Cada uno debe ser BUENO por sí mismo. Tendrá que hacer que las cosas espirituales sean parte de su propia consciencia, cosa que nadie podrá hacer por él. Lo metafísico, lo ocultista, tiende solamente a indicar a las masas el camino que conduce verdaderamente al conocimiento de la operación de la ley del Amor.
Cultivemos el Amor Ideal, aprendamos a SENTIR Amor por todas las personas con quienes diariamente nos encontramos. No será necesario manifestarlo, lo necesario es sentirlo. Ese poder nos abrirá una puerta además en el curso de nuestros estudios. Ahora entra en el Silencio, después de repetir la afirmación varias veces y sintiendo en todo tu cuerpo una gran serenidad, dulzura, paz, armonía, puedes pedir, como en oración, lo que deseas.
Sustraido del Libro “Las Enseñanzas de la Antigua Fraternidad Rosacruz”
Dr Arnoldo Krum Heller (Soberano Comendador de la F.R.A.)