martes, 11 de noviembre de 2014

Lección 7, Grado Segundo, Orden Primera (La Corte Celeste, los eones)


Paz, Tolerancia y Verdad

De siempre se nos ha enseñado que Dios se sumía, como en un profundo sueño, sobre el abismo hasta que se le ocurrió realizar algún tipo de Creación. Eso es un mito evidentemente pues como ya hemos visto, a pesar de que la supuesta pasividad del Pleroma sugeriría que no existe actividad en su seno; muy por el contrario, bulle de actividad gracias a la Corte Celestial que es tan eterna e infinita como la propia Mente Universal.

Antaño, a los miembros de dicha Corte se los denominó como eones y su número ha sido variable dependiendo de qué escuela gnóstica surgiera la información; pero nadie cuestiona que el número doce es el que mejor la definiría por representar los doce signos del Zodíaco constituidos por una ingente horda de estrellas y cúmulos galácticos.

En realidad los eones no son otra cosa que los infinitos universos bipolares de los que está constituido el Multiverso unipolar y cuya existencia es eterna, del mismo modo, sin un principio o algún final.

Lo que vamos a exponer a continuación, aun no habiendo sido descubierto, todavía, por nuestros astrofísicos, nos consta que será un descubrimiento de próximo cuño y que corroborará las arcanas enseñanzas rosacruces; por lo tanto, lea el lector aún a sabiendas de que lo que aquí se diga le parecerá, con los conocimientos actuales, un absurdo anticientífico.

Nuestro Universo, nuestro Eón Gaia o Sophía, no confundir con la Naturaleza Gea o la Tierra, no es otro que nuestra Galaxia, la denominada como Vía Láctea, en cuyo centro se encuentra una singularidad súper masiva que conecta con su polo contrario; es decir, que vivimos en un Universo doble y en el que una de las partes nos es invisible. Es irrelevante denominar a una parte positiva y a otra negativa. Lo importante es considerar que lo que aquí es positivo, como los protones, allá es negativo y que lo que aquí es negativo, los electrones, allí es positivo. Estamos hablando del Mundo de la Antimateria. 

Pues bien, los infinitos eones que conforman la multidimensional Mente Cósmica Universal están constituidos todos, a modo de clones, del mismo modo, y es uno de los motivos por el que decíamos que los cambios que se producen en los universos particulares, eones, no influyen en la aparente calma e inmovilidad del Multiverso, el Pleroma. Todo cambio provoca un cambio inverso que se transmite por todo el Pleroma como una reacción en cadena provocando, a modo del Juego de la sillita de la Reina, que todo permanezca inmutable; es decir que todas las sillas permanezcan ocupadas y esto a una velocidad que podríamos denominar como instantánea.

Todo Eón, del mismo modo que la más diminuta célula, posee un núcleo donde se concentra la mayor parte de la materia luminosa y cuyo centro es el agujero negro, con una poderosa fuerza centrípeta, que comunica con el anti universo mediante un agujero blanco, una simple pero única estrella. Alrededor del centro galáctico hay un aparente vacío estelar; pero que como vimos está cubierto, como no podía ser de otro modo, del Nous o Éter de la mente Universal. Ese espacio no es exactamente circular sino que se parece más que nada a la estructura de la propia célula con su membrana externa. Es irregular y más parecido a una especie de puzle tridimensional dado que tiene que encajar con los eones adyacentes. Recordemos que no hay espacio vacío entre los eones. 

Hemos hablado de una membrana que separa a los universos, de forma física; pero no visible dado que es completamente transparente ya que la membrana no es otra cosa que un masivo Campo de fuerza electromagnética y de anti gravedad centrífugo. En los anti universos  sucede exactamente lo mismo que en los universos; pero todo en sentido opuesto.

Si intentásemos enviar una nave espacial desde nuestro planeta hacia otro planeta de otra galaxia, la nave chocaría con el campo de fuerza y lo circunvalaría hasta regresar al punto de salida, como si de un pez atrapado en su pecera esférica se tratase.

Es cierto que en nuestro Universo, por las leyes físicas que rigen en él, la velocidad de la luz es la máxima alcanzable; pero esa Ley deja de funcionar en cuanto se penetra en la membrana de otros universos paralelos y esto es el motivo de que nuestros actuales astrofísicos estén alucinando comprobando como las galaxias más lejanas a nosotros parecen desplazarse a velocidades progresivamente mayores a la velocidad de la luz. 

Esto evidentemente es solo un efecto óptico, pues solo podemos medir aquella luz que es proveniente del interior de nuestro Eón, de nuestro espacio intergaláctico. En cuanto intentamos estudiar lo que se encuentra fuera de nuestro espacio cercano solo podemos elucubrar y aproximarnos a una realidad, dado que dichas galaxias, nebulosas y cúmulos galácticos no son otra cosa que la ilusión del resto de eones del Pleroma reflejados en la membrana de nuestro Campo de Fuerza Galáctico.

Se habla a nivel astrofísico, de una extraña fuerza repulsiva proveniente probablemente de algún tipo de energía oscura  que hace que la materia de nuestro Universo en lugar de naturalmente implosionar hacia dentro por la fuerza de gravedad de la singularidad galáctica, pareciera que aumenta su velocidad alejándose de dicho centro. Esto es debido a la Fuerza de atracción provocada por los múltiples universos, eones, adyacentes que tiran, por así decirlo, de la membrana de nuestro Universo y esto unido a la fuerza natural centrífuga del Campo de fuerza exterior provoca que parezca que la velocidad aumenta mientras más nos alejamos de la singularidad del Núcleo del Eón. 

Este proceso no se produce exclusivamente en nuestro Universo sino también en todos los que componen la totalidad inconmensurable e infinita del Pleroma y es por ello por lo que los eones y sus hermanos de antimateria están en continua transformación y, aun no siendo infinitos en su espacio, si pareciera no poseer fronteras.

Digamos que todos los eones del Multiverso están reflejados en nuestro Eón o propio Universo; pero que sería absolutamente imposible alcanzarlos físicamente mediante una nave que se dirigiese a ellos de forma lineal; pues no es solo la aparentemente inmensa distancia que nos separa de ellos sino que en realidad siendo el espacio curvo ellos no se encuentran donde parecen estar, tratándose solo de una mera ilusión óptica como nuestra propia galaxia lo será para nuestros convecinos estelares. El único modo de trasladarse de un eón a otro es mediante los núcleos estelares o agujeros blancos que comunican con las singularidades galácticas del resto de los universos del Pleroma, para lo cual deberíamos introducirnos en el interior de un núcleo estelar.

Sí, están leyendo correctamente, Cada estrella de nuestra Galaxia es un agujero blanco que posee su correspondencia con el núcleo o agujero negro de una Galaxia exterior. Digamos que cada estrella dentro de nuestro Eón viene a ser como una embajada galáctica del resto de eones del Multiverso. Esto lo descubrirá la Ciencia en breve: Cada estrella, es un agujero blanco y es el producto de la materia que es vaciada de otro centro galáctico en el que existe una singularidad. Digamos que cada estrella sería el desagüe de un agujero negro y ¿cómo se transmiten la información, dentro del Pleroma, los agujeros negros y los agujeros blancos? Mediante cadenas de datos de Neutrinos.

Los neutrinos son las únicas partículas, por denominarlas de algún modo, que no interactúan con la materia bipolar y la atraviesan como si de entidades fantasmales se tratasen; pero tienen una importancia trascendental en la transformación del Ser Inteligente, como veremos en lecciones posteriores. Esa transmisión de neutrinos, según nuestro mediocre punto de vista, pareciera no tener finalidad alguna; pero van dirigidos a sujetos y objetos de la galaxia muy concretos transmitiendo información de cambio con el fin, como hemos dicho repetidamente, de producir cambios sobre cambios que permitan que el Pleroma se mantenga intacto y como si nada cambiase en él. De hecho, a pesar de que la Corte Celeste está en permanente transformación, en el Conjunto del Pleroma, como una unidad, nada cambia, todo es permanente y estable.

Dentro de nuestro multidimensional multiverso se producen una infinita cantidad de vivencias en mundos completamente vivos, aunque no lo parecieran, dado que todo cuerpo del Multiverso posee una formación séptuple, como veremos en lecciones sucesivas, y aunque pareciera que un Cuerpo estelar no posee vida en el plano físico, mineral, vegetal o biológico; eso no quiere decir que su vida no esté activa a otros niveles infinitamente más sutiles como el astral, mental o espiritual, y que se mueven en planos dimensionales diferentes. 

Bien, esto es importante porque la Rosacruz sabe que la vida está vigente, de un modo u otro, hasta en la más infinitesimal partícula del Multiverso y en el más extraño rincón de cualquier galaxia. Tanto la vida como la Inteligencia no son ninguna rareza en nuestro entorno o fuera de él. Son una constante sinecuanum sin la cual sería incomprensible la existencia. La Vida y la inteligencia están con nosotros siempre, aunque nos sea invisible porque nuestras capacidades de interactuación, por la constitución de nuestros sentidos, están muy mermadas.

Definidos lo que son los eones e indicado que nuestro Eón, en el que vivimos, por el que vivimos y en el que interactuamos, fue denominado por los antiguos gnósticos como Sophía y por los seguidores de la New Age como Gaia, nos queda indicar que muy probablemente haya una ingente cantidad de universos paralelos donde lo que sucede en Gaia está sucediendo allí también aunque quizá con pequeñas e insustanciales variaciones. Quizá, otros mundos sean completamente diferentes al nuestro y con mucha probabilidad haya universos donde no rijan las misma reglas que en el nuestro sino otras muy diferentes y donde la Vida y la Inteligencia hayan tenido que tomar otras formas de manifestación muy diferentes a las que han tomado en el cuerpo de Sophía.

En la próxima lección tomaremos el tema de los demiurgos creadores, también denominados en el entorno rosacruz como los logos. En nuestro caso nuestro Logos Solar que es el Demiurgo o creador de la Vida dentro de su entorno cercano y que necesita de un laboratorio denominado naturaleza, en nuestro caso la Tierra con sus océanos y donde recrear la vida en el modo en que pueda hacerla fructificar. Como hemos podido ver, entonces, un logos no es otra cosa que un agujero blanco del centro galáctico de un Eón, de otro Universo Isla; luego entonces nos sobreviene la pregunta ¿De qué Universo somos realmente originarios, pues el que estemos dentro de Sophía no significa que seamos hijos de ella sino de otro Universo del que es embajador nuestro Eón o Logos solar?

Para acabar diremos que todos los soles son, como agujeros blancos, embajadores de lejanas galaxias. Todos menos uno, que sería el Gobernador de nuestro Universo, el embajador de nuestra propia Galaxia, dentro de nuestra Galaxia; pero en la periferia. Ese es nuestro Sol, el Logos Solar y Demiurgo creador de la Vida en la Tierra y de todos los planetas del Sistema Solar en todas sus manifestaciones visibles e invisibles.

Una última cosa que no queremos dejar de decir aunque lo hemos expuesto en múltiples ocasiones es que la vida de los eones transcurre de una forma cíclica mediante explosiones e implosiones entre sus partes positiva y negativa; es decir que un Eón puede estar viviendo en su parte positiva mientras su materia extrae la energía de su universo de antimateria y acabado el ciclo, esta energía y la materia producida regresan al antiuniverso produciéndose en ese plano una nueva secuencia vital, en forma de anti materia, mientras engulle toda la materia existente en el Plano inverso, repitiéndose este proceso, de forma cíclica, a modo de un perpetuum móbile.

En L:.V:.X:. Luz, Verdad y Amor; que las Rosas del Alma florezcan majestuosas sobre la Cruz de vuestro Cuerpo material.


Aralba